27 junio 2006

Yo radioactivo.

Leyendo un texto de “El enigma”, quien escribe en www.enigmatario.blogspot.com del mes de Agosto del año pasado, titulado “Tóxicos”, vinieron a mi mente cosas que ya consideraba superadas, pues las escuché cuando era un adolescente y no habían vuelto a mi memoria desde entonces.

Durante la década de los años ochentas, en Cd. Juárez, Chihuahua, el I.M.S.S. adquirió un artefacto metálico en los Estados Unidos, con ese aparato se pretendía dar tratamientos médicos a los pacientes de esa institución, pero no era una máquina común y corriente, esa cosa utilizaba elementos radioactivos.

Ese objeto metálico fue robado de una clínica, objeto de ambición por el dinero rápido, fue fundido y con él se elaboró varilla, la cual sin saberlo estaba contaminada con radioactividad.

Esas costillas de metal para la construcción fueron vendidas en el estado.

Buena parte de ella fue recuperada por el Gobierno Federal, quien luego mandó cavar una tumba para ese material en las dunas de Samalayuca, al norte del estado de Chihuahua.

Tiempo después se escucharon rumores de que el material enterrado en el desierto no fue depositado a gran profundidad y que se podían observar a simple vista sobresaliendo de las montañas de arena las puntas metálicas de esas piezas.

Tengo serias dudas de que esa varilla haya sido recuperada en su totalidad, se dice que una parte de esos armazones metálicos se utilizaron para construir las estructuras del hoy demolido cine Revolución, en pleno centro de esta ciudad capital, de ser así, la posibilidad de que muchas personas nos hayamos expuesto a la radiación es real y aterradora.

Digo “nos hayamos expuesto”, porque a fuerza de memoria pude recordar que al menos acudí a ver películas a ese lugar unas diez ocasiones.

¡Demonios!, ¿Qué debo hacer?, ¿Dónde verifico mis índices de radioactividad? (Esto lo digo con preocupación).

Ahora que mirándolo de otra forma, ¿Se imaginan si al cabo de un tiempo emito luz verde por la noche?

Pasaré a la historia como el hombre-linterna.

¡Diablos!, si algún día muero de cáncer, al menos sabré donde lo adquirí…

P.D. Esos tres últimos párrafos los escribo en tono de burla, ya saben ustedes como somos los mexicanos.


NaCl-U-2


Remo.

22 junio 2006

Y todo por un jaque mate al pastor.

Anteayer a mediodía recibí la visita de mi amigo Melchor, no conversamos de nada, una partida de ajedrez fue nuestra muda charla.

Echamos a suertes y le tocó iniciar con el peón del rey blanco.

Su destino estaba marcado, durante años me he dedicado a estudiar todas las posibilidades de apertura con el peón del rey de blancas, Melchor lo intuyó y se supo derrotado.

Mi amigo se retiró sin mediar palabra siquiera.

Ayer tuvo a bien visitarme el joven Llop, ese prodigio de talento chihuahuense, que siendo apenas un adolescente figuraba ya en la lista de los mejores mil ajedrecistas del mundo.

La partida inició con otra de mis geniales ideas, porque estoy seguro que Roberto estudió detenidamente mi historial de movimientos, y es que hasta un día antes, todas mis jugadas iniciaban con el típico movimiento del peón del rey blanco;, ayer para despistar, abrí con el peón de la blanca reina.

Llop no supo que hacer, se le adivinaba a leguas, su nerviosismo lo obligó a abandonar el salón.

Mi fama ha crecido los últimos días a nivel mundial, sólo así se explica como es que hoy en la mañana el gran maestro de maestros, Gary Kasparov haya viajado desde la lejana Rusia con el único propósito de jugar conmigo.

En media hora me dí cabal cuenta, que Kasparov utilizaba el sistema de defensa Indo-Benoni, ¡Por Dios!, un genio como él debería estar al tanto de lo delicado de la situación, ¿Qué acaso nadie le comentó que destruir esa defensa es mi especialidad?

Al llegar a la hora de juego, mi hermoso caballo negro rompió su estructura, Gary me lanzó una mirada de ira, intentó mesarse los cabellos con desesperación, se levantó de su silla, y caminó hacia la izquierda y luego a la derecha, observó el tablero desde otro ángulo de vista y se sintió desfallecer, tomó asiento frente a mí y miró exactamente sobre mi hombro derecho.

Una voz masculina me dijo al oído:

- Lo siento, joven maravilla, la partida ha terminado.

- ¿Cómo se atreve a interrumpirnos? –protesté indignado-. El señor no se ha retirado de esta estancia, ni ha declinado su rey, ¿Cómo que el juego ha terminado?

No me dieron tiempo de más, dos pares de fuertes manos me levantaron en vilo, intenté defender mi posición como león enjaulado pero ocho manos me inmovilizaron de inmediato; giré mi cabeza hacia el tablero y alcancé a ver que el señor Kasparov, se ponía lentamente de pie, luego se elevaba por el viento y como fantasma desaparecía.

Misteriosamente el tablero de ajedrez, recobró su posición original, borrando toda evidencia de mi virtual victoria.

De pronto sentí un fuerte golpe en la nuca y mi visión se tornó en color rojo, luego en un absoluto color negro...

Acabo de despertar en la celda que más tememos aquí, está totalmente acolchada, tengo puesta la maldita bata blanca que cruza mis brazos y abrocha sus mangas por mi espalda, me siento inútil, desesperanzado.

Una lágrima brota y recorre mi mejilla derecha, sé lo que viene después, me llevarán a esa horrible sala de tortura, donde me darán choques eléctricos y a fuerza de voltios borrarán de mi memoria mis victorias recientes, lo que me duele y lo que me hace llorar, es que jamás volveré a recordar mi memorable triunfo sobre Kasparov.

Todo en esta vida tiene su precio, y es uno muy alto el que debo pagar por atreverme a vencer al director de este manicomio durante el torneo municipal en tres blancas precisas y preciosas jugadas, un jaque mate al pastor único y delicioso.

Esa tarde me recluyeron aquí, aunque hay malintencionados que se atreven a dar otra versión de los hechos.

Dicen las lenguas viperinas, que me trajeron detenido por presentarme a la justa ajedrecística totalmente desnudo y en completo estado de excitación… de excitación ajedrecística se entiende, aunque yo niego rotundamente esos supuestos hechos, porque de haberlos realizado me acordaría perfectamente.

P.D. Cuento dedicado al antiguo torneo y club de ajedrez fundado en la F.C.A. de la U.A.Ch. como idea del incansable Melchor “malhechor” Muñiz (amigo personal y maestro de ajedrez) bajo el auspicio de la Sociedad de Alumnos de esa Facultad, en la cual “loca y zórpilamente” este servidor (sin saber en realidad lo que hacía) fungía como Secretario de Actividades Culturales.

¿Se acuerdan de aquellos días: Georgina, Edgar, Elpidio, Lucas y Melchor?


NaCl-U-2


Remo.

19 junio 2006

Tabú.

De estar solo tengo miedo, de tocar y no tocarte,
de saber que yo no puedo esta noche acariciarte.

Este viento tan caliente que yo siento en todo el cuerpo,
y éstas ansias de desvelo me derriten el cerebro,
no razono, ya no pienso, estoy enfermo de deseo.

Voy muriendo y tengo fiebre por tocar tu piel de bronce,
estoy caliente e impaciente por sentir el suave roce
de tus muslos asesinos, que aprisionan y estrangulan,
esa parte de mi cuerpo que se adentra en tus adentros.

En mi cama me revuelco como espíritu poseso,
tengo ganas de tus labios, de tu aroma y de tu cuello,
de tu ombligo y tus mejillas, tus rodillas y tus pechos;
te imagino allá a lo lejos, que te acercas a mi alcoba,
ven corriendo no te digo, ¡Ven volando te lo ordeno!

Voy bajando y voy subiendo en esta dulce tortura,
¡Cómo gruño!, ¡Qué indiscreto!, cuando evoco tu cintura;
al final me quedo quieto de esta bárbara escalada,
son segundos de temblores, contorsiones y locura;
la simiente que contengo brota al fin desesperada,
las explosiones que vierto son preludio de la nada.

En mi mente te reinvento, con tus ojos yo me encuentro,
es tu voz la que me arrulla, me descansa y me saluda
y en este cuarto desierto, lentamente yo me duermo.


NaCl-U-2


Remo.

16 junio 2006

Las flores del panteón.

Hoy recordé como un eco lejano las voces de mi abuela.

Poco tiempo convivimos juntos, ella a sus ochenta años de edad se encontraba en el ocaso de su vida ya muy grave por el peso de los años y pensaba más en otra vida que en esta.

Yo, con diez años a cuestas, no encontraba nunca las palabras de consuelo, como muda caricia, tomabas sus frías manos entre las mías y procuraba darles algo de calor.

- Abuelita –dije una vez-, ¿Por qué tienes esas manchitas negras en tus manos y muñecas?

Ella realizando un gran esfuerzo por contestarme me dijo sonriente:

- Son las flores del panteón hijito, pronto mi cuerpo será como un jardín de cementerio, florecerá una extraña primavera en el invierno de mi vida, porque es ley de la naturaleza que yo muera.

- ¡No me dejes abuelita! –sollocé desesperado mientras acercaba sus manos trémulas a mis mejillas húmedas.

- Calla, hijo, calla y sé fuerte, ¿No ves que tus lágrimas sólo consiguen irrigar estas flores?

Respiré hondo, muy hondo, y contuve mi incipiente llanto.

Dos días después mi abuela falleció, las flores en sus manos desaparecieron misteriosamente, se marchitaron al expirar el cuerpo que las alimentaba.

Estoy viejo, lo sé, el círculo de mi vida comienza a cerrarse, a mis sesenta y cinco años observé al despertarme el día de hoy como una pequeña flor del camposanto brotó en mi mano izquierda, surgió fresca, radiante, desafiante…

Más no estoy triste, me encuentro en el momento justo de contar la historia de las flores de mi abuela a la siguiente generación, la historia de una vida que ha sido todo, menos aburrida, la historia de estas manos que se deleitaron con el dulce amor, pero que también conocieron vicisitudes y dolor, que labraron la tierra con presteza y que hoy vencidas y cansadas comienzan a servir de abono para las flores negras del panteón.


NaCl-U-2


Remo.

14 junio 2006

Tercera de tránsitos.

Viene a mi memoria un hecho que alimenta mi estado de “No a la corrupción”:

Tengo por costumbre que persona que se sube a mi auto, lo primero que le digo es: ponte el cinturón de seguridad, yo ando bien, pero los demás conductores, quien sabe.

Resulta y resalta, que íbamos en mi auto mi amigo Héctor y yo.

Yo: - Ponte el cinturón.

Héctor: - Ya me lo puse.

De repente una sirena: ¡Tut – tut!

Me orillo a la orilla, (Como dicen los tránsitos).

Héctor: - Bájate del auto, a ver que quiere.

Yo: - No sé que quiera, pero si quiere infraccionarme que venga hasta aquí.

Bajé la ventanilla del auto y se acerca el oficial de tránsito.

Oficial: - Joven, lo molesto con el cinturón de seguridad de su acompañante.

Yo: - ¿Qué? – volteo a ver a Héctor, y el angelito no lo traía puesto. - ¿Qué onda?... me dijiste que sí te lo habías puesto.

Héctor: - Discúlpame, es que no me gusta usarlo, pero dile al tránsito que cuánto quiere y yo lo pago. (Apresuradamente colocándose el cinturón).

Yo: - ¡No!, ¡¡Ni madres!!, yo no doy mordidas.

Oficial: - Jovenazo, le voy a tener que hacer una multa, y va a tener que ir a pagarla hasta la delegación… (En un tono como diciendo, si quiere nos arreglamos de otra forma).

Yo: - Hágala. Pensando Solamente: (Me molesta su tono, no el hecho de que me multe, asqueroso corrupto).

El oficial se dirige a su troca y elabora la multa con la computadora que tiene integrada su patrulla.

Oficial: - Aquí tiene.

Yo: - (Viendo a Héctor a la cara) ¡Gracias!

Héctor; - (Con una actitud agüitadísima, cabeza gacha y voz baja). Si quieres te ayudo a pagarla.

Yo: - No te molestes, sólo ponte el cinturón, por favor.

Volteo a leer la infracción y me sobreviene un ataque de risa.

Héctor: - ¿Qué te pasa?

Yo:- ¿Cómo que qué?, mira, con toda su tecnología futurista el oficial se equivocó, mis placas son DXF8629, y el muy imbécil anotó DXE8629, ja, ja, ja, aquí dice clarísimo, “Automóvil color blanco, Chrysler”, Ja, ja, ja, y yo que siempre creí que mi auto era un Ford Fiesta Ikon color rojo, ¡Siempre he vivido en el engaño! Ja, ja, ja.

Héctor: - Ja, ja, ja. (Con una actitud como si acabara de retroceder en el tiempo y el incidente no hubiera ocurrido porque efectivamente se puso el cinturón de seguridad).

Yo: - ¿Ya ves?, me salió gratis, lo siento por el dueño del Chrysler, ahí sí ni como ayudarlo, pero eso sí, ¡Te pones el cinturón y no arranco hasta no vértelo puesto!

Héctor: - Del puro coraje que le dio porque no le diste mordida, se equivocó, ¿No?

Yo: - Con trabajo sabe leer y le dan una computadora…


NaCl-U-2


Remo.

12 junio 2006

La bendita cantante.

Tenía yo trece añotes de edad, cuando mis mejores amigos me invitaron a una tardeada en una discoteca.

Entre tímido y nervioso acepté, era la primera vez que asistiría a un evento de esa naturaleza, desde dos días antes les pregunté exhaustivamente cual debería ser el atuendo indicado para la ocasión.

El viernes llegó, y enfundado en unos pantalones de mezclilla deslavados, con una camisa de menudas líneas verticales en color azul y blanco y mis tenis favoritos aguardé la hora en que llegarían mis amigos por mí.

Justo antes de pagar el boleto de entrada en la taquilla comenzaron a asaltarme las dudas, ¿Y si nadie quería bailar conmigo esa tarde?, ¡Me convertiría en el hazmerreír de toda la escuela!, ¿Y si al bailar me tropezaba?, ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía bailar bien…

Desde que entramos al B-747, no escuchaba nada, el sonido era demasiado alto para entablar una plática, además me tardó al menos un minuto acostumbrarme a la obscuridad del lugar, aquí y allá, se movían siluetas al ritmo de la música moderna.

Me acerqué a Fer, el más experimentado de mis amigos, para preguntarle como es que debía invitar a las chicas a bailar, Fer sonrió y me dijo:

- Pues así, te acercas a una que te guste, le extiendes un poco la mano y le dices ¿Quieres bailar?, fácil ¿No?

Dicho así, la empresa parecía sencilla, pero luego me asaltaron las dudas: ¿Y si me decían que no?, ¡Qué vergüenza iba a sentir!

Durante poco más de dos horas anduvimos deambulando de un lado a otro de la enorme discoteca que contaba con cuatro pistas, poco a poco me fui quedando solo, mis cuatro amigos, con gran valentía sacaron a bailar a cuatro chicas de una mesa para hacer un “ocho”.

Seguí caminando de una pista a otra, mientras ensayaba y ensayaba mentalmente en mi cerebro la posible situación, sólo que no me animaba a llevarla a la práctica, el temor a un rechazo era demasiado fuerte.

¡Vamos, me decía a mí mismo!, ¿Qué de malo puede pasar?, pero al tiempo que me animaba a sacar una chica y me encaminaba hasta donde ella estaba, surgía otro chavo de la nada y se me adelantaba, cosa que comenzó a mermar mi autoestima.

Harto ya de la situación, la cabeza comenzó a dolerme, no sé si por el ruido que ahí se escuchaba y al cual no me encontraba acostumbrado, o bien, de tanto practicar mentalmente mi muy bien planeada pero inútil estrategia.

A señas me despedí de tres de mis amigos quienes en la pista se daban vuelo bailando, mientras el cuarto de ellos ya tenía la boca sellada en los labios de una chica.

Toño tomó de la mano a su pareja y se dirigió hasta donde yo me encontraba:

- ¡Para eso me gustabas!, ¡Nos vemos mañana! –me dijo en tono algo indignado.

Temblando de coraje por la ofensa recibida y por la falta de confianza en mí mismo, que me hacía quedar ante ellos como una auténtica gallina, me dirigí a la salida, no sin antes imaginarme las crueles burlas de las que iba a ser objeto al día siguiente.

¡Demonios!, ¿Sería tan cobarde todo el resto de mi vida?

Estaba a tres metros de la salida de la discoteca, cuando comenzaron a escucharse las dulces notas de una romántica melodía que en aquellos ayeres tuvo un éxito fenomenal, la mayoría de nosotros no entendía nada de lo que “All through the night” decía, pero a mí en lo particular me parecía un pedacito de cielo esa canción.

Tan absorto me encontraba por la suave voz de esa cantante que distraídamente mi pie tropezó con la pata de una silla que se encontraba ligeramente fuera de lugar y obstruía el pasillo de salida, me incliné levemente para decirle:

- Discúlpame por favor.

Observé en su muñeca un reloj y aproveché rápidamente la situación para preguntarle:

- ¿Qué hora tienes? –al tiempo que señalaba con mi mano su reloj.

- ¡Sí! –fue la respuesta que obtuve de inmediato.

La chica se incorporó de inmediato y tomó mi mano izquierda, y ante mi mudo asombro prácticamente me jaló hasta la pista de baile para iniciar un romántico baile, una cadencia deliciosa se apoderó de nuestros cuerpos, y pegaditos descubrí por vez primera lo que es bailar.

Rogué al cielo porque prolongara ese momento, aspiré profundamente y tomé con mis manos su cintura con suavidad, ella con ternura posó su mejilla en mi hombro.

Mi osadía esa tarde se volvió legendaria, mi fama creció exponencialmente en toda la discoteca, de reojo observaba como los demás adolescentes nos miraban asombrados al tiempo que uno que otro nos señalaba a lo lejos.

Y es que hasta ese momento nadie se había atrevido a invitar a bailar a Mireya, la reina de la escuela secundaria vecina, y por mucho, la chica más bella esa tarde en la disco.

P.D. ¡Bendita seas Cyndi Lauper!


NaCl-U-2


Remo.

09 junio 2006

Diálogos.

No cabe duda, mi hermano Pedro y yo siempre compartimos nuestra inútil colección de datos inútiles.

El domingo pasado nuestro diálogo fue interrumpido “sutilmente” por mi cuñada Norma.

- Oye René, ¿Tú sabes porqué los españoles al pronunciar la “c” y la “z” hacen un sonido como /ds/? –me preguntó Pedro.

- Algo leí hace años sobre un príncipe español que seseaba o tal vez ceceaba, no sé bien, además ignoro bien a bien quien era; su padre (Monarca del cual también desconozco nombre y número) angustiado por que el heredero al trono iba a ser objeto de burlas por parte de sus súbditos ordenó que la gente pronunciara las palabras como el infante lo hacía.

- Ja, ja, ja, ¿Dices que desconoces el nombre y el número del rey?, ¿Quieres decir algo así como Carlos V o Alfonso XIII, verdad?, bien, ¿Y sabes porqué las personas se visten de negro en los funerales? –continuó cuestionándome.

- Fue una orden que dio la reina española Juana La Loca, que consternada de dolor porque su amado esposo había fallecido, ordenó que todo mundo se vistiera de negro en el funeral del soberano, su objetivo era bien claro, sin duda procuraba amargarle la vida a todo mundo cristiano de la época lo cual no sólo se limitó a España sino a sus colonias de ultramar.

- ¿Pretendiste burlarte de Doña Juana?, acá entre nos dicen que esa reina practicaba la coprofagia en sus ratos libres... Bueno, otra pregunta, a ver, ¿Por qué la palabra México se escribe con “x”?

- Porque esa era la clave que utilizaba Don Benito Juárez y sus correligionarios para asegurarse que la correspondencia entre ellos era verdadera y que no se trataba de alguna falsificación escrita por los conservadores. En España la palabra México la escriben con “j”.

- Debo decir que hoy has estado muy acertado, por último una facilita, ¿Qué significa la palabra México?

- Ja, ¿Facilita dijiste?, ¿Sabes que cuando estaba en la facultad fue la primera pregunta que un maestro lanzó en su clase diciendo que quien la contestara correctamente iba a estar exento de todos los exámenes ese semestre?

- ¿Acaso hubo alguno que sí exentó?

- Por supuesto, uno solamente, y que yo sepa en años no ha habido otro.

- ¡Que vanidoso eres!

- No es vanidad, es soberbia, ja, ja, ja, (Miento, no es cierto). Después de investigar por años ese tormento que no me dejaba dormir desde la primaria, yo sí conocía la respuesta.

- ¿Y cuál es el significado?

- Según la tradición México significa el lugar en donde se encuentran el sol y la luna (el ombligo del mundo).

- ¡Me sorprenden con sus datos inútiles! –señaló “sutilmente” mi cuñada, comprendo su molestia porque no entendía ni jota de lo que decíamos.

Luego de esa abrupta interrupción, mi hermano y yo nos miramos como dos cómplices, sonreímos y procedimos en silencio a comer palomitas. Mucho rato despúes mi cuñada inquirió de pronto:

- ¿Y qué es eso de la coprofagia?

- Una persona que le da por practicar rituales de magia negra y satánica – contesté muy seguro –. Proviene del ruso “copro” que significa “amante y practicante de”, y del japonés “fagia” que quiere decir “magia negra”.

- ¡Ay, que horror!, ¡Líbrenos Dios! ¡Vieja loca!, que bueno que se murió –dijo Norma.

- Sí -contestó gravemente mi hermano Pedro-. Para desgracia del mundo de los tiranos y de los chascarrillos de esta casa murió a los ciento veinte años de edad, apenas hace unos dos meses, esa noticia salió en la televisión argentina.

Inmediatamente mi hermano Pedro y yo comenzamos a reír como locos, pero Norma hasta la fecha no le ha encontrado lo gracioso.

Lo sé, mi estatus de Zórpilo, en ocasiones aflora y lo que es peor contagia a los demás.

P.D. Con excepción del significado de coprofagia, (que amablemente le proporcionamos a Norma, y de la fecha de defunción de Doña Juana), todo lo demás es verdadero, o al menos esa idea es la que siempre he tenido.


NaCl-U-2


Remo.

06 junio 2006

06/06/06.

(Un cuento infernal).

Este texto no debió escribirse hoy, no debió escribirse nunca.

Lo tenía todo planeado todo perfectamente, eran las cinco treinta de la mañana y me encontraba enfrascado con un solo pensamiento: ¿Será la hora exacta?, de menos había revisado unas seis veces en la última media hora el reloj atómico por internet.

Debía ser meticuloso, preciso; tenía el revólver cargado con balas…

Justo a las seis de la mañana con seis minutos y seis segundos debía llevar a cabo el ritual para el que estaba destinado desde que nací: acabar con mi vida el 06 de junio del 2006.

Con mi suicidio estaba dispuesto a entregar mi alma a las fuerzas obscuras por pura rebeldía, nada más para ver la cara de Dios y de los ángeles que tanto me hicieron sufrir en esta vida.

¿Qué esperaban?, ¿Qué me convirtiera yo en un mártir?, ¿Qué aceptara con resignación mi invalidez?, ¿Qué sonriera estúpidamente mientras siento como mi espina dorsal se parte en dos?

¡No, ni madres!, seguro estoy que soy un error de la creación, un renglón torcido, un total desastre, pero no estoy hecho para dar lástima, aún tengo dignidad, ¡Búsquense otro buey!

No podía seguir, me rebelaría a mi existencia de la manera más brutal: atentando contra mí mismo, porque sólo quien sufre dolores intensos como a diario lo sufro yo, puede no sólo pedir, sino exigir la muerte.

Seguro que en el momento en que sonara el disparo, las huestes celestiales entonces sí se fijarían en mí, ahora si lamentarían haberme dejado solo, sin un ángel guardián que me protegiera: ¡Ya les vería el rostro desencajado alguna vez!, se reprocharían por toda la eternidad no haberme registrado en el libro de la vida y dirían:

- Hemos perdido una valiosa alma que ahora nos acusa y nos mira con furia desde el mismo averno.

Por ello era importante ser muy preciso.

El reloj marcó las 06:06:00.

01, 02, 03, 04, 05, 06, ¡Clic!...

¡Perra mala suerte!, ¡La puta pistola se quedó trabada!, ¡Tan excitado estaba que olvidé quitar el seguro!, ¡Me re lleva la chingada!, ¡Ni el maldito Diablo me quiso en su reino!

¿Y ahora qué hago?, estoy atrapado entre el cielo y el infierno, ¿Debo vivir más en esta tierra de porquería?

Demonios, ¡Esta fecha no se repetirá hasta dentro de cien años!, ¡Cárgueme la mierda!...

Súbitamente una voz me despertó:

- ¡Buenos días amable radio escucha!, son las seis treinta de la mañana, un día más de labores se aproxima…

Apagué el radio despertador de un manotazo y como pude me incorporé de mi cama sentándome en el borde, un frío sudor perlaba mi cuerpo, las sábanas parecía que estaban pegadas a mí como una segunda piel, y el corazón me palpitaba a mil por hora.

Encontré mi agenda me acomodé un poco y comencé a escribir esta espantosa pesadilla.

P.D. No vuelvo a prestarle tanta atención a las noticias amarillistas sobre el fin del mundo ni al número de la bestia, pensándolo bien una fecha como esta ya se repitió en el año 1006, o peor aún en el año 6.


NaCl-U-2


Remo.

02 junio 2006

Nadie como Nadia.

Tenía yo seis años de edad, cuando me gustaba ver por la televisión un programa deportivo que subsiste hasta hoy, Deportv (y continúo viéndolo, domingo a domingo).

Recuerdo como si fuera hoy, aquellas imágenes de las cuales ni mis padres ni yo podíamos dar crédito por la flexibilidad y gracia con la que aquella niña rumana se desplazaba en los aparatos gimnásticos durante la Olimpiada de Montreal 1976.

Era el surgimiento de una nueva estrella, quien a la postre se convertiría en la reina indiscutible de la gimnasia, ella fue la primera gimnasta de la historia en alcanzar la calificación perfecta en sus ejercicios: ¡10!

Recuerdo aún que al momento de calificar los jueces su impecable desempeño en las barras asimétricas, el tablero electrónico no estaba programado para marcar la perfección, por lo que después de momentos de incertidumbre, la pizarra electrónica se encendió y anunció una calificación de 1.00, todo mundo se preguntaba que era aquello, nadie entendía que pasaba, hasta que anunciaron por el altavoz que era un 10.

El número con el que ella participó en esa olimpiada era el 73, el cual casualmente al sumar 7+3 nos da la constante que fue su participación en esos juegos, un 10.

Es difícil siquiera imaginar que una adolescente de 16 años, en sus primeros juegos olímpicos obtuviera 5 medallas en total, 3 preseas de oro, 1 de plata y 1 de bronce. Oro en el concurso general femenino (La prueba más completa), metal dorado en la viga de equilibrio, y nuevamente oro en las barras asimétricas, plata en el general por equipos, y bronce en los ejercicios de manos libres en piso.

¡Caray! Ella solita superó con su actuación el total de medallas cosechadas por toda la delegación de México, no sólo en esa sino en varias olimpiadas.

La historia de la gimnasia mundial fácilmente puede dividirse entre el antes y el después de Nadia Comaneci, hoy en día Rumania continúa siendo una potencia mundial en ese deporte, lo cual no es sino el legado que dejó aquella pequeña.

Desde entonces La Comaneci se convirtió en un ídolo a seguir por mí, una muestra de perseverancia y tenacidad, resistencia a la presión, y por el simple hecho de disfrutar lo que se hace. Una de mis mejores amigas de la infancia, tenía en su casa un póster con Nadia en la viga de equilibrio, ¡Cómo ansiaba yo tener un cartelón igual!

Nadia, merece toda mi admiración y respeto. Debo confesar que se convirtió en mi primer amor platónico.

En 1977, se celebró el campeonato europeo en Praga, Nadia participó, sólo para que los jueces injustificadamente le otorgaran la medalla de plata en las barras asimétricas, siendo que su actuación fue muy superior a quien recibiría la medalla de oro, la soviética Nelly Kim, indignado el equipo rumano, encabezado por el entrenador Bela Karolyi, se retiraron de esa justa. Iniciaba la persecución soviética para desmoralizar a Rumania, cabe recordar que en ese tiempo Checoslovaquia era un país satélite del régimen comunista que gobernaba la U.R.S.S.

Durante el campeonato mundial de 1979, antes de su ejercicio en la viga de equilibrio, Nadia se retiró de la competencia debido a que presentaba envenenamiento en la sangre, según la historia oficial ella se cortó una mano con una hebilla metálica, pero las dudas nunca dejaron de atormentar mi mente. Reuniendo su fuerza de voluntad, dejó el hospital, hizo un majestuoso ejercicio en la viga de equilibrio y Rumania ganó por primera vez en la historia la primera medalla de oro por equipos, gracias a la actuación de La Comaneci.

En 1980, conjugándose todo lo malo en contra de Nadia, los juegos olímpicos fueron en Moscú, sobra decir, que los rusos emplearon todas las tácticas conocidas para que ella no triunfara, me dolió en el alma ver su rostro totalmente preocupado antes de subir a las barras asimétricas, y como al realizar ese ejercicio en uno de sus últimos giros, cayó al suelo por un error de centímetros, no pude presenciar su casi imposible salto de salida: el doble mortal de espaldas que ella daba al salir de las barras. La malévola voluntad soviética finalmente había afectado a La Comaneci.

A pesar de ello, Nadia consiguió 4 medallas, 2 de oro y 2 de plata: la medalla de plata en el concurso general femenino, nuevamente presea plateada en el general por equipos, la medalla de oro en los ejercicios a manos libres en piso, y el metal dorado nuevamente en su prueba más majestuosa, la viga de equilibrio.

Hace días caminaba despreocupadamente por la calle Libertad, y al pasar frente a una tienda de libros usados, alargué el brazo y extraje casi instintivamente un libro con fotografías de Nadia, ese libro fue editado en 1977, no dudé en comprarlo en el módico precio de $ 5.00 (Cinco pesos 00/100 M.N.), ¡Por fin tendría en mis manos la biografía de Nadia!, el libro aunque desgastado, es un material inestimable, contiene fotos de muchas competencias: olimpiadas, mundiales, campeonatos europeos, además de sus entrenamientos realizando saltos “split” en las arenas del mar negro y en su gimnasio.

Aún recuerdo que a mediados de la década de los 90´s ella se presentó en México, por supuesto grabé en videocasete toda la transmisión que realizó Tv Azteca. Igual hice cuando el programa deportivo Deportv cumplió 30 años, y una de sus estrellas invitadas fue justamente Nadia Comaneci, al lado de figurones mundiales como Pelé, Julio César Chávez, Fernando Valenzuela, Soraya Jiménez y César Luis Menotti.

En el ínter, se dio la historia de que ella había huido de Rumania perseguida por el régimen tiránico de Ceausescu, y que terminó refugiándose en los Estados Unidos, hoy sigue participando en las olimpiadas, pero como juez.

Ella fue la primera mujer atleta que habló ante las Naciones Unidas, y lanzó una campaña de voluntariado internacional.

Si algún día se edita un libro con las diez mejores mujeres atletas de la historia, sin duda Nadia Comaneci, debe aparecer en él. Por su parte ella ya escribió un libro que me muero por conseguir y que se llama “Cartas a una gimnasta joven”, tampoco he logrado adquirir la película que sobre su vida se realizó en la década de los 80´s.

Su modestia y humildad quedan de manifiesto cuando pronunció esta frase: “No soy nadie para decir que soy la mejor del mundo”.

Nueve medallas olímpicas en total para esta pequeña rumana, bien decía mi padre desde ese entonces: ¡Nadie como Nadia!


NaCl-U-2


Remo.