29 septiembre 2006

La vida te da sorpresas.

¡Qué mal me siento!, anoche la parranda fue infernal, sólo recuerdo que llegué a casa sabrá Dios como y hoy que desperté, tengo el efecto de una cruda espantosa.

Intentaré levantarme para ir a comprar un clamato, unas cervezas o algo que aliviane mi lamentable estado.

Todo este desastre se lo debo a mi trabajo, sí, es por él que he obtenido grandes satisfacciones, pero también grandes pesares, nada menos anoche los dos se dieron casi al mismo tiempo.

A diario recibo decenas de llamadas y mensajes electrónicos de mujeres que desean conocerme, es una locura, lo sé, pero no le permitiré a ninguna el gusto de verme en persona. Créanme, eso ya lo viví anoche y la experiencia de una cita a ciegas no tuvo en lo más mínimo un final feliz, viéndolo bien, ni siquiera tuvo una historia o un principio agradable.

Lo siento por ellas, las chicas seguirán viviendo una ilusión inalcanzable.

Desde hace un año y medio soy locutor de radio en la X.E.X.O. “Estéreo pasión”, y el programa que conduzco se llama “La hora del amor”, el nivel de audiencia que he alcanzado es uno de los tres más altos en esta ciudad, la programación es muy simple, mezclo melodías románticas en inglés y español a fin de crear un ambiente romántico en la audiencia y una atmósfera de confianza, ya que suelo emitir al aire mensajes de almas solitarias que desean conocer a su media naranja.

Es mi varonil voz lo que tanto las atrae, me lo han dicho cientos de veces por teléfono, lamento que sus calenturientas mentes imaginen un hombre como Brad Pitt al sólo escucharme, no soy ni feo ni guapo, pero no como ellas sueñan un hombre galante y galán.

Tengo una espina clavada en el corazón desde ayer, y es que Nora, (una de mis primeras fans), me llamó por teléfono a la radiodifusora durante mi programa hará cosa de un año y me propuso continuar la plática por medio del chat, me aseguró que no le importaba de ninguna manera mi aspecto físico y que por mi voz y mi escritura ella intuía que yo era un perfecto caballero, después de mucho insistir por su parte, quedamos en salir a tomar un café.

A la hora buena me rajé como los meros machos, no me atreví a asistir al encuentro, y la dejé plantada de la manera más grosera y vil; supuse que aquella actitud tan poco educada de mi parte la desalentaría por completo y jamás me llamaría nuevamente. Craso error, Nora continuó con mayor ahínco llamándome a la cabina.

Desde hace un mes fui nominado junto con otros tres colegas de diferentes radiodifusoras para asistir a un evento donde la Asociación de Estaciones Radiales entregaría un premio al mejor locutor del año, el trofeo consiste en un micrófono de oro.

Al enterarse de ello, Nora propuso que era la oportunidad idónea para conocernos, ya que ella laboraba en la Asociación, era una invitación a la que no podía negarme. El ser nominado prácticamente convertía en obligación mi asistencia a ese evento.

La fecha llegó ayer y me presenté a la fiesta con el mejor frac que encontré en la ciudad, realmente estaba muy elegante, Nora me había dicho que llevaría un vestido color rojo para la ceremonia y por correo electrónico anteayer me hizo llegar varias fotografías de su persona (es en verdad una mujer muy hermosa), yo no le envié ninguna al principio por temor y después me justifiqué para que aquella cita resultara en una verdadera sorpresa.

La sorpresa se dio, pero de mala manera.

Antes de la ceremonia los invitados convivíamos con los organizadores, entré al elegante salón y en cuanto la vi supe que era ella, sostenía delicadamente en su mano derecha una copa de vino, mientras observaba el reloj, me aproximé con una amplia sonrisa, pero mi presencia pareció no importarle.

Nerviosamente movía la cabeza de un lado a otro observando a la gente y saludando a lo lejos a sus conocidos. Tomé una bocanada de aire, me planté frente a ella y le dije:

- Hola Nora, soy yo, Raúl, el locutor…

Me miró fijamente de pies a cabeza y su boca alcanzó a balbucear algo que apenas si comprendí.

- ¿Tú?, ¿De verdad eres Raúl?

- Sí, soy yo, ¿Cómo estás?

Soltó una carcajada nerviosa y continuó mirándome con curiosidad, después de un breve silencio incómodo me dijo:

- Mira, la verdad es que no te imaginaba así…

Y de inmediato intentó alejarse con un gesto de repugnancia, como si tratara de evitar la presencia de un leproso.

La tomé de la mano y con el orgullo herido le dije:

- Bueno, tú no me imaginabas así ¿Cierto?, la verdad es que cuando comenzaste a llamarme yo ni siquiera te imaginaba…

Poco después anunciaron al ganador del trofeo, y anoche obtuve el muy codiciado micrófono de oro como el mejor locutor de radio, pero el triunfo en honor a la verdad no me supo a nada, me sentía humillado y despreciado y esos malos sentimientos no se apartaron de mí a pesar de los repetidos aplausos y felicitaciones recibidas.

Después de la ceremonia tomé alcohol como loco, quería ahogar mi pena a como diera lugar, así que al día de hoy tengo una cruda espantosa, y aquí estoy con la cabeza dándome vueltas, el estómago revuelto y una sed de los mil demonios.

Estoy considerando seriamente no levantarme, pero escucho que suena el timbre de la puerta, bajo las escaleras de mi departamento y grito:

- ¿Quién es? –pregunto malhumorado.

- ¡Vengo a la entrevista de trabajo! –me responden.

- Un momento por favor. –y rápidamente subo a mi recámara y me visto con un pantalón y una camisa apuradamente.

Lo había olvidado por completo, el día de ayer comenté en mi programa que se necesitaban urgentemente los servicios de una persona para el aseo doméstico de un departamento de soltero, di la dirección (sin decir que era la mía) y comenté que las entrevistas se llevarían a cabo a las doce del medio día.

Todo somnoliento y con el sol lastimando mis párpados abro la puerta y la veo, una linda mujer me sonríe amablemente y me tiende su mano como saludo.

Considero que realmente no necesito realizarle muchas preguntas ni investigar sus cartas de recomendación para contratarla de inmediato, de hecho sin que haya emitido palabra alguna en mi cerebro la he contratado ya.

Ella es justo como yo, no necesito saber ni percibir nada más, seguro estoy al cien por ciento de que ha sufrido y batallado en esta carretera de la vida cuesta arriba como yo lo he hecho.

¿Quieren que se las describa?, bien, pues Juanita es petisa como dirían en Sudamérica.

¿Ya lo entendieron?

¿No?

Pues es una personita corta de estatura, aquí en México dicen que somos enanos.


NaCl-U-2


Remo.

28 septiembre 2006

Me mudo…

No soporto más la lentitud ni los errores de bitacorae, así que he decidido abrir un espacio en blogger titulado:

www.elzorpilo.blogspot.com

Como podrá notar el avezado lector me quebré bastante la cabeza para nombrar mi nuevo sitio, puesto que quería hacerlo de una forma bastante original (aquí van los aplausos del respetable público extasiado hasta las lágrimas por la genial ocurrencia), seguiré escribiendo en la otra dirección, y en un tiempo razonable daré de baja esta bitácora.

Adiós bitacorae y bienvenido un nuevo comienzo en blogger (me he dado cuenta que si sigo así jamás cumpliré un año en un sitio), sin querer he descubierto una eterna infancia.


NaCl-U-2


Remo
.

27 septiembre 2006

Bienvenidos a mi nueva casa.

Debido a los múltiples problemas y errores que se enfrentan frecuentemente al intentar publicar en bitácoras.com, me vi en la imperiosa necesidad de emigrar (cosa que Karol desde hace meses ya me había aconsejado y de la que Roberto volvió a advertirme hace poco).

Espero con esta acción escribir con mayor regularidad para todos ustedes mis lectores amigos y para mi deleite personal.

Quizá bitácoras esté próximo a cerrar, no lo sé, lo cierto es que no actualizan las noticias y la página principal parece en el olvido; por tanto he decidido marcharme, pues mi paciencia por fin llegó a su límite: te lo paso al costo bella Tautina.

Sean todos ustedes bienvenidos a este nuevo espacio.

Reciban un abrazo en este nuevo empezar.


NaCl-U-2


Remo.

Sorbo matinal.

Hoy el agua que acostumbro beber por la mañana me supo distinta, no a dulce, no a salada, simplemente diferente.

Ayer por la tarde te tomé de la mano y en loca carrera te llevé por la vera de un camino hasta escalar un montículo, ahí a la sombra de un viejo sauce comencé a besarte como si fuera un poseso, como si no hubiera mañana, como si en ese beso se me fuera la vida.

No me detuviste ni mostraste extrañeza por mi furia pasional y continué como bestia salvaje mi viaje hacia el sur, pronto los botones de tu blusa saltaron escandalizados de su normalmente apacible lugar, mis rabiosas caricias buscaban succionarte la vida.

Abrí tu ser y te entregaste a mí en la posición que los antiguos hindúes llamaron de la enredadera, la tarde de pronto nos cayó encima y la lluvia comenzó a caer, al principio tibia, después fría y pertinaz, nada nos importó… y es que no hay cosa que me enerve más en este mundo que observar tu cabello húmedo recogido hacia atrás; me causaron celos el ver pasar subrepticiamente las gotas de lluvia por sobre tu frente y que descaradamente continuaron descendiendo después por tu cuerpo hacia abajo, al sur, siempre hacia el sur hasta detenerse asombradas por chocar contra mi pelvis que bruscamente les cortaba el paso y les impedía descender por esa ruta de tu cuerpo que se encuentra vedada a todos, menos a mí, ya en esos momentos ni las frescas gotas de lluvia lograban apagar el torrente que en mis venas hervía de excitación.

Ayer el viejo sauce, el soplo del cálido viento y las nubes lejanas fueron los mudos testigos de aquel acto de nuestra intimidad, y es por eso que hoy al paladear el agua que acostumbro a beber por la mañana me supo distinta, me supo diferente, me supo a gotas de ti.


NaCl-U-2


Remo.

17 septiembre 2006

Estoy viva... aùn.

Atentamente:

Yo, la bitàcora del Zòrpilo.

Nota del Zòrpilo indignado por el cinismo descarado de su propia pàgina:

Aprovechè las fiestas patrias para tomar parte de mi segundo perìodo de vacaciones anuales consistentes en siete dìas hàbiles que encadenando los sàbados y domingos se convierten en once. (Vivillo desde chiquillo).

Asì que me lancè a conocer la ciudad de la eterna primavera, Cuernavaca, Morelos, ya contarè mis aventuras en este medio. (Estoy totalmente consciente de la cantidad de estupideces que puedo cometer, aùn mantenièndome en mis cinco sentidos).

Quienes me conocen ya saben que viajar para mì constituye un vicio irrefrenable, el cual se vuelve completamente angustiante si no lo satisfago, puedo morir de asfixia y agobio.

Padezco un mal parecido a la claustrofobia, sòlo que en mì toma dimensiones enormes, y quiere no escapar de un cuarto, sino de toda mi ciudad; es por ello que quizà comprendo tan bien a cualquier otro tipo de farmaco dependientes, màs ¿què puedo hacer?, este vagabundo sentimiento es màs poderoso que mi voluntad. (Quizà fui nòmada en otra vida).

Les encargo el changarro amigos, nos vemos por aquì el 25 de Septiembre.


NaCl-U-2


Remo.

12 septiembre 2006

Las palabras de esta narración.

Sinrazón, motivos, espantoso, pintura, puertas, golpe, refugio, retrato, imposible, pánico, ornitorrinco, salida, agua, rencor, entraña, ancla, estupidez, espejo, calle, arrepentimiento, vicio, náufrago, victoria, acomodar, inteligencia, imaginación, táctica, humo, náusea, poderío y helado napolitano con nueces.

Los motivos de la razón de mi sinrazón, se remontan a mi niñez… es espantoso recordar de pronto lo negado que estoy para la pintura, sea esta de brocha gorda o bien de fino y delicado pincel.

De golpe y porrazo me fueron cerradas las puertas de la gloria pictórica, el ridículo que realicé ante la sociedad estudiantil al pretender mostrar en un concurso la figura de un ornitorrinco es hasta hoy imposible de describir, aquel ente por mi dibujado, más se asemejaba a una masa sin gracia y sin forma que a un digno representante del hábitat australiano.

Una a una las obras de mis pequeños compañeros de clase eran descubiertas por el director de la escuela, yo en silencio aguardaba mi turno expectante mientras saboreaba un delicioso helado napolitano con nueces, y oh, terrible fracaso, las risas provocadas por mi estupidez, alimentaron una especie de rencor malsano. Es tanto el mal sabor de boca que me dejó aquel postre, que su solo aroma me provoca una especie de náusea.

Un arrepentimiento temprano ante las acuarelas pretendió dañar mi imagen y autoestima, pues cuando me miraba al espejo, éste describía un náufrago a la deriva derrotado y abatido. Toqué fondo en un océano de depresiones, no había más abajo a donde ir, sólo hacia arriba, mi fuerza de voluntad poco a poco fue borrando el retrato de aquella escena, que obstinada permanecía como ancla clavada en la arena de mi mente y se negaba rotundamente a abandonarla.

No todo fue malo durante aquella época, ante el pánico que entraña la derrota, el que dirá de la gente, el sentirse un bueno para nada, un falto de inteligencia e imaginación, mis mecanismos de defensa se rebelaron y convirtieron la experiencia en una especie de reto a vencer. La única solución posible ante esa estrecha calle sin salida era alcanzar la victoria a como diera lugar en otro campo.

Fue así como las letras se convirtieron en mi refugio, el agua fresca del oasis en medio de un desierto de críticas y burlas.

Ante un universo casi infinito de conjugación de letras castellanas comencé a acomodar en ese gigantesco rompecabezas llamado español palabras hermosas, bien pronto la fama y la victoria se convirtieron en símbolo de mi poderío.

Frente a una avalancha de alabanzas, el humo se me subió a la cabeza y comencé a escribir más por vicio que por arte, la táctica empleada para alcanzar notoriedad, dio resultados, pero a un alto costo, me convertí en un ser monstruoso, lleno de vanidad y soberbia, por lo que comencé a dar reversa, y heme aquí enhebrando palabras de Kabeza y convirtiéndolas en un relato autobiográfico.


NaCl-U-2


Remo.

11 septiembre 2006

El billete.

(Un cuento infernal).

Doña Fortunata era una mujer muy humilde con cuarenta años a cuestas, aunque la mala vida la hacía parecer de sesenta.

Cuando tenía trece años su ahora ex-esposo la había arrancado de su seno familiar, y la había sometido a un modo de vida miserable.

Pasó la mayor parte de su vida como un ama de casa abnegada y sufrida, recibió los peores maltratos psicológicos y físicos. Mario, su ex-esposo era un hombre enfermo de celos que gozaba con la total dominación de su hembra, -como él decía-.

Al poco tiempo de vivir juntos, nació su primer hijo, Felipe, que para su mala suerte cuando tenía dos años sufrió un accidente al caer del borde de una silla donde Mario –en completo estado de ebriedad- lo había colocado irresponsablemente, como consecuencia quedó imposibilitado para caminar. En la Cruz Roja, les dijeron que su cura era posible, pero la pareja no tenía dinero para su tratamiento.

Tiempo después llegó su primera hija, Lucrecia, la cual era una niña preciosa, y desde pequeña dio muestras de una mente perspicaz, demasiado en lo que a sexualmente se refiere.

Doña Fortunata tenía ya diecisiete años cuando quedó embarazada por tercera vez, era un varoncito que nació muerto, víctima de la mala alimentación y de las golpizas recibidas por parte de Mario, quien se negaba rotundamente a reconocer la paternidad de aquel no nato y a quien en medio del dolor registró con el nombre de Joaquín. Ese hecho casi le costó la vida a Doña Fortunata, y por las complicaciones que sufrió quedó sin posibilidades de procrear hijos nuevamente, mismo que fue utilizado como pretexto para que Mario la abandonara a la edad de veintinueve años.

Desde entonces Doña Fortunata como la llamaban en la colonia, se había dedicado a limpiar las casas de las familias acomodadas, a lavar ropa ajena y a hacerse cargo de sus dos hijos. Sola había hecho lo posible por enseñar enviar a Felipe y Lucrecia a estudiar la primaria, sin embargo sólo Lucrecia consiguió llegar hasta la educación preparatoria, para Felipe, el asistir a clases era una verdadera tortura, debido a las continuas burlas de sus compañeritos.

Un domingo, Doña Fortunata se preparaba para ir a misa, cuando escuchó que tocaban en la puerta de su casa:

- Toc, toc, ¿Está ahí Doña Fortunata?

Doña Fortunata abrió la puerta y se encontró cara a cara con La Dagor, mujer de pésima reputación en toda la colonia y que había sido una de las causas de los problemas por los que Doña Fortunata peleaba con Mario, aún y cuando éste ya no vivía junto a ella.

- ¿Qué se le ofrece señora?

- Doña Fortunata, estoy vendiendo billetes de lotería casa por casa, ¿Le gustaría comprar uno?, ¡Sólo cuestan diez pesos!

- No, muchas gracias, tengo muy mala suerte, y el poco dinero que tengo apenas me alcanza para vivir.

- Anímese Doña Fortunata, mire que quien no se avienta no cruza el río, en una de esas y hasta sale premiada, mire son diez millones de pesos los que se rifan este martes, ¿Se imagina, diez millones?

Este último comentario hizo mella en el corazón de Doña fortunata y con la inocencia que muestra un niño ante una paleta de caramelo, adquirió el billete de lotería, su número era el 47629.

Ese mediodía, Doña Fortunata hincada ante el altar de la iglesia después de la misa repetía, y repetía la siguiente oración:

“Señor Jesucristo, todo poderoso, ayúdame a sacarme la lotería, tú sabes muy bien que Felipe necesita un tratamiento, ayúdame, y te prometo mandarte cantar cien misas en tu honor”.

Con el espíritu renovado, Doña Fortunata regresó a su casa a soportar su pobreza.

El próximo martes Doña Fortunata llegó justo a tiempo a su casa para escuchar el programa radial de la lotería nacional.

Concentrada al máximo escuchó al niño gritón que vociferaba:

- ¡Premio mayor, premio mayor!, ¡¡Número 47629, 47629!!, ¡¡¡4-7-6-2-9!!!, ¡¡¡¡Premio mayor, premio mayor!!!!

Un grito de contenida emoción escapó de la garganta de aquella mujer, ¡No podía creerlo!

Doña Fortunata veía el número que tenía en la mano y no consideraba que fuera realidad, le parecía estar en un sueño, la cabeza comenzó a darle vueltas y ojos se llenaron de lágrimas al tiempo que abrazaba a Felipe, quien al no saber que ocurría, también comenzó a llorar.

Quizá doscientas o trescientas veces Doña Fortunata bendijo el nombre de Dios, mientras seguía sollozando.

Doña Fortunata les explicó a sus hijos que el domingo pasado había comprado un billete de lotería y que le había pegado al gordo, Lucrecia saltó de júbilo, ya se veía usando ropa a la última moda y logrando aún mayor éxito y clientes en el “empleo” que tiempo atrás y a escondidas de su madre había emprendido en la casa de La Dador… Lucrecia se prostituía.

Durante la raquítica cena, los tres fueron por primera vez felices, hasta parecían una familia bien constituida cuyas preocupaciones habían escapado junto con el viento por la ventana de la cocina.

Esa noche Doña Fortunata no pudo dormir, se observaba a sí misma dándole el mejor tratamiento a Felipe, comprando bastante alimento en el centro comercial, mejorando su casa, vaya, hasta se veía con una cuenta de ahorros en el banco, imaginó también a Mario que volvía arrodillado pidiéndole perdón, un perdón que ella quizá le concedería, a final de cuentas Mario había sido su único hombre.

El miércoles por la mañana Doña Fortunata no perdió tiempo, se dirigió muy temprano a la casa de La Dagor, para saber como cobrar aquél premio.

Estuvo tocando buen rato en la puerta de aquella esquina que tan mala fama tenía en el vecindario, pero nadie atendió a su llamado.

Una vecina, -de esas que siempre madrugan-, al verla le dijo:

- Uh, no Doña Fortunata, ni para que siga tocando, La Dagor se fue el lunes de aquí, vino un camión de esos grandototes y se llevó todas sus cosas, yo creo que ya no vuelve nunca, ya ve como andaba metida en cosas chuecas que hasta la policía estuvo aquí la semana pasada.

Doña Fortunata asintió con la cabeza y se fue a su trabajo, no le importaba la suerte de La Dagor ni la condenaba, finalmente ella disfrutaría de un dinero que nunca habría tenido de no haber comprado aquel billete que La Dagor le vendió, al pasar por la iglesia, hizo la señal de la cruz y hasta incluyó en su plegaria diaria a La Dagor.

Llegó a su trabajo justo a tiempo, esa tarde explicó a Doña Caridad, -su patrona- que necesitaba salir una media hora antes, Doña Caridad consintió, no sin antes de muchas preguntas y decirle que esa media hora la tenía que recuperar el día siguiente.

Con el corazón lleno de ilusiones, Doña Fortunata se dirigió a un centro comercial, donde había visto un puesto de billetes de lotería:

- Buenas tardes señor. – Dijo Doña Fortunata con mucha timidez.

- Buenas seño, ¿Qué se le ofrece?

- Pues mire compré este boleto de lotería y creo que me saqué un buen premio

- A ver, déjeme checarlo.- El hombre tomó el billete y le pareció demasiado extraño. – Oiga, señora, es esto una broma ¿O qué?

- No, señor, yo nada más quiero saber si me saqué el premio mayor.

- ¡Está usted loca!, ¡Este billete es falso!, ¡Mire, ni siquiera trae los sellos de seguridad, es una asquerosa falsificación, para colmo trae impreso año de 2005, estamos en el 2006 señora, en el 2006!, ¡Lárguese de aquí antes de que llame a la policía, vieja estafadora!

Doña Fortunata salió del centro comercial corriendo, por sus mejillas resbalaban gruesas lágrimas. No le hería tanto el hecho de saberse engañada, como el hecho de saber que Felipe seguiría sentenciado a ser un paralítico quizá de por vida.

Al llegar a su casa presa de la vergüenza más aplastante, se extrañó muchísimo, había un mar de gente esperándola, quienes al verla corrieron a su encuentro a felicitarla, ya unos le pedían préstamos, ya otros le proponían un negocio, otros le recordaban que eran íntimas amigas y que la habían apoyado en sus momentos de mayor desesperación, mientras que otros se hacían pasar por familiares lejanos que nunca la habían frecuentado. Lucrecia le había contado a todo mundo.

Doña Fortunata los paró en seco, les dijo que había sido engañada por La Dagor y que en realidad su billete de lotería era falso.

Nadie le creyó. Ni siquiera Lucrecia.

Todos se alejaron gritándole que era una desagradecida, una perra mal nacida, una mentirosa, una…

Lucrecia fue la más enfurecida, en unas cuantas bolsas metió sus pertenencias y se fue de la casa jurando no volver nunca para aquél asentamiento paupérrimo que tan malos recuerdos le traía y de donde la fortuna se le fue de las manos por culpa de la avaricia y la tacañez de Doña Fortunata.


NaCl-U-2


Remo.

01 septiembre 2006

El sexto informe o mi delicia personal.

Hoy podré andar todo lo despistado del mundo, pero no pienso perderme el sexto y último informe de nuestro actual Presidente de México.

Normalmente escuchar a los políticos hablar me disgusta, es más, me aburren hasta el bostezo, pero según los últimos informes fidedignos, este discurso no durará más de media hora, así que estaré atento a lo que en él se diga y haga.

En la tira cómica del “Diario de Chihuahua”, a cargo del muy ingenioso, y caballero hidalgo (a caray, creo que me perdí y estoy describiendo al caballero de la triste figura, Don Quijote de la Mancha)… retrocedan y sólo lean muy ingenioso caballero llamado Kabeza, mencionaba que el informe presidencial sería un buen chascarrillo, yo más bien considero que aquello amenaza con convertirse en un auténtico circo de varias pistas.

¿Y cómo dudarlo?

Si dentro de las bancadas partidistas existen diputados y senadores que son profesionalmente hablando unos verdaderos payasos (sus propuestas de ley dan risa), animales (de variadas especies, algunos muy ponzoñosos y peligrosos), magos (nadie sabe cómo, pero tienen décadas viviendo del presupuesto nacional), equilibristas (ya coquetean con la derecha, ganan su curul postulándose por el centro y una vez electos se cambian a la izquierda), escapistas (algunos se darán a la fuga en cuanto empiecen los cocolazos) y por supuesto un domador (que intentará mantener el orden y el control dentro del recinto legislativo).

Como funcionario de casilla el pasado dos de julio participé en las más reñidas elecciones en la historia de este país, justo es que ahora me tome un breve descanso y desde el confort de mi sillón favorito, observe detenidamente el comportamiento de los representantes populares que ayudé a elegir.

¿Quién puede o no asegurarme que esta entrega del informe no quede también para la posteridad?

Sólo me asaltan dos dudas:

¿Sentiré algún remordimiento por haberlos votado o refrendaré mi sufragio nuevamente?

No lo sé, solo hasta que comience la función, podré contestarme la anterior pregunta.

Por lo pronto me lanzo como rayo a mi súper mercado favorito para comprarme unas bolsas de palomitas y algunas bebidas refrescantes y disponerme a gozar un espectáculo único, de esos que ni siquiera en Las Vegas se pueden apreciar, y además de manera gratuita.

Ya me imagino las rechiflas, gritos, cartelones, aplausos, máscaras, disfraces, señas, ademanes, codazos, empujones y quizá hasta algún conato de bronca al calor de la discusión.

Sé que a los visitantes de esta página y cuya residencia se encuentra establecida en otro país, tales actos les parecerán extraños, bárbaros, salvajes e inimaginables; no se asusten, nosotros ya estamos acostumbrados a dichos actos circenses, así es la democracia a la mexicana con subidos tonos de color y algunos grados extras de calor.


NaCl-U-2


Remo.