24 noviembre 2010

Hace cien años...

Pedro Morales Gutiérrez.

Hace cien años, mi abuelo fue parte integrante de la División del Norte bajo las órdenes de mi general Francisco Villa.

Mi ancestro jamás procuró enterar a su descendencia de los actos cometidos durante la Revolución Mexicana.

Su discreción fue tal, que incluso su nombre ha sido omitido en diferentes libros que se han editado en los cuales hacen referencia a los revolucionarios del municipio de Namiquipa.

Es bien conocida en mi familia la envidia que otro cabecilla de la localidad de El Molino le profesaba a mi abuelo, la razón: al regresar de la bola, mi abuelo desposó a una dama que a la postre se convertiría en mi abuela: María Delgado, ella también era quien el tipejo pretendía desposar.

Cuentan que en el festejo de la boda, el muy despreciable, desenfundó la pistola y fingiendo tirar al aire, hirió en la pierna a mi abuelo. Tiempo después el sujeto en cuestión se dedicó a asesinar cobademente personas por encargo.

El odio de ese mezquino ser -de quien ni siquiera daré su miserable nombre-, al ser entrevistado para editar libros referentes a la gesta procuraba siempre evitar el nombre de mi abuelo como distinguido combatiente y de mi tío-abuelo, quien era de los de adelante, pues era el abanderado en plena batalla; tal ente hacía hincapié durante las entrevistas que le hicieron en su "mala memoria" para recordar nombres.

Mire usted Don L... T...; las vueltas que da la perra vida, hoy yo le pago con la misma moneda y lo omito en el homenaje a mi abuelo, nomás porque se me hinchan los huevos.

Pedro Morales Gutiérrez, fue un hombre sencillo que vivió y murió en la pobreza, bien podría decirse que la revolución jamás le hizo justicia.

Muchos años después mi padre encontró un pequeño cofre con documentos, fotografías e incluso relatos donde mi abuelo narraba las batallas en las que había participado, por esos documentos sabemos que peleó y ganó las batallas de Torreón y Zacatecas y a lomo de caballo cabalgó hasta la Ciudad de México, cuando Villa y Zapata se encontraron en Palacio Nacional.

De niño escuché una poesía de León Felipe que me desagradó bastante, la cual entre otras cosas decía: "... Ý el retrato de mi abuelo que ganara una batalla, ¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo que ganara una batalla, retratado con una mano cruzada en el pecho, y la otra en el puño de la espada"...

Hoy me siento orgulloso de mi abuelo, porque el no ganó una sino muchas batallas, emocionado por descender de un guerrero de sangre le rindo un sentido homenaje a: Pedro Morales Gutiérrez, con esta fotografía que del mismísimo baúl de los recuerdos rescato para la posteridad y la comparto con ustedes.

(Al reverso de ella se lee una inscripción que mi padre me hizo al regalármela por motivo de mi cumpleaños número cuarenta).



A la muerte del Centauro del Norte, la gente se preguntaba:

¿Sabe usted quién mandó matar a Villa?

Al tiempo que se llevaban el dedo índice a la boca, en señal de indicar silencio, pronunciaban en voz baja:

"Cálles-e la boca" (En franca alusión a Plutarco Elías Calles)

Así de ingeniosa es la sabiduría popular mexicana.

Adjunto algunas fotografías de aquella época donde la Revolución Mexicana la hicieron hombres de a caballo, ellas hablan por sí solas:





NaCl-U-2.

Remo