16 abril 2010

Simulación.

Ha pasado el tiempo desde aquel lamentable desencuentro, tiempo en el que apreté con tal fuerza mi corazón que éste se volvió una piedra; tejido a tejido se fue compactando y al final quedó tan duro como una roca.

Ése fue mi más grande error, jamás advertí que una sola gota de agua cayendo consistentemente es capaz no sólo de crear orificios, sino de romper fácilmente la estructura más sólida.

Algo así fue lo que me ocurrió.

Mi refulgente coraza de diamante lucía bien en su estreno, luego, no fue capaz de resistir el ver correr por tus mejillas un hilillo de agua salada.

Pequeños riachuelos desafiaron toda ley y toda lógica y comenzaron a partir mi corazón en dos, en tres, en mil pedazos.

No, ya no soy como era antes, el obscuro manto de la noche de ayer me convirtió de nuevo en un sensible y cursi humano.

¿Qué me deparará el sino?

Bah, qué importa si de nuevo siento el loco correr de la sangre por mis venas y me declaro de nuevo un ser vivo.

Aunque, ahora, ¿cómo es que debo actuar si la situación lo amerita para aparentar la mayor de las fortalezas?


NaCl-U-2


Remo

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