22 febrero 2007

Cuentico estúpido.

El dueño de la empresa se encontraba sumamente molesto… no era para menos, propietarios de otros negocios se burlaban veladamente del tipo de personal que laboraba en su fábrica.

El prestigio logrado con tantos años de esfuerzo ahora se veía gravemente amenazado por lenguas tan largas como venenosas, que sugerían que aquel lugar se encontraba infestado de homosexuales.

Así que el lunes a primera hora ordenó una junta urgente con todos los gerentes.

- Señores, –comenzó diciendo el Sr. López-. Los he reunido hoy porque los rumores en torno a esta organización me tienen harto, han subido mucho de tono y son cada vez más insistentes… Quiero que me digan, ¿A quién de los presentes le gustan las mujeres?, no habrá represalias para nadie de ningún tipo, sólo les pido que sean honestos al responder levantando la mano.

Un tenso silencio se creó en el ambiente, los altos directivos se miraban unos a otros, algunos agacharon la cabeza, y entre aquellos sujetos reunidos sólo una mano se levantó…

Quien respondía afirmativamente al cuestionamiento era quien brillantemente desempeñaba la gerencia de recursos humanos.

El Sr. López tosiendo nerviosamente y con palabras entrecortadas dijo:

- Cof, cof… E- e- estee… baje la mano por favor; la pregunta no iba dirigida específicamente para usted Sarita...


NaCl-U-2.


Remo.

19 febrero 2007

En la clase de inglés.

Cuando estaba en la Facultad de Filosofía estudiando el diplomado de inglés, ocurrió lo siguiente:

Cierto hombrecillo, (cuyo nombre omitiré), faltó a una clase.

Al día siguiente la maestra le preguntó en inglés, el porqué de su inasistencia.

El contestó que porque le dolía un diente (tooth), lo cual pronunciado suena como /tut/ pero casi de inmediato rectificó y dijo que lo que en realidad quiso decir es que le dolían los dientes (teeth), sólo que él no pronunció /tit/ sino, que pluralizó “teeth” agregándole una “s” como se hace con las palabras en español y dijo /tits/ (Lo cual en inglés no es dientes sino tetas).

Sólo otra chica y yo soltamos la carcajada, y es que es bastante gracioso imaginarse a un hombre que le duelen los senos... la maestra a duras penas conteniendo la risa, le explicó la metida de pata que acababa de dar.

No acostumbraba burlarme de mis condiscípulos en las clases de inglés, sólo que en ese caso en especial, ese chavalo no me tragaba y procuraba darme carrilla cada vez que podía, nunca respondí a sus agravios hasta ese día, porque ante cualquier cosa que me decía, yo sólo le contestaba: “Be quiet mister tits”, /Bi cuáiet míster tits/ (cállese señor tetillas), ante las sonoras carcajadas de todos, con eso fue suficiente para aplacarlo el resto de mi vida.

No es que yo sea vengativo, pero el que me busca me encuentra, además debería estar agradecido, porque lo he inmortalizado –eso sí, anónimamente-.

Así que siempre que converso con personas que sólo hablan inglés, les cuento esa anécdota y les causa bastante gracia.


NaCl-U-2


Remo.

14 febrero 2007

Sagrado ritual.

Esa mañana Ko’orí se levantó con un brillo diferente en los ojos, nadie lo advirtió, excepto el pequeño charco que se había formado fuera de su humilde choza… su choza, recién construida…

Ese día se sentía Ko’orí fuerte y poderoso, más que cualquier otro día, más que nunca.

Hasta el mediodía, Ko’orí había permanecido en total estado de alerta, expectante al menor movimiento que se presentara bajo la barranca, cuando una silueta apareció en el fondo del cañón, la adrenalina fluyó en su torrente sanguíneo como la brava corriente de agua que se desliza en cascadas hacia abajo, sin pensarlo demasiado con un rápido movimiento lanzó una blanca piedra a una distancia calculada y esperó pacientemente.

La pequeña piedra surcó sin mucha fuerza el aire y cayó justo a los pies de Ra’itza.

No era una piedra común, era una pequeña roca muy especial, de esas de color blanco que todo mundo conoce como piedras de lumbre, las cuales se utilizan en par y frotándose constantemente la una con la otra consiguen producir chispas en pocos segundos, acto insignificante para muchos, pero sumamente valioso y efectivo para iniciar el fuego de una hoguera.

Ra’itza, miró con disimulado gusto la piedra, sonrió para sus adentros, la recogió, y de inmediato la arrojó al tiempo que emprendía una veloz carrera.

Esa era la señal, la regla no escrita por sus ancestros.

A medida que Ra’itza ganaba velocidad en su loca huída, el viento no terminaba nunca de susurrarle cosas bellas al oído, y se sintió ella más ella… más mujer.

Ahora Ko’orí lo sabía cabalmente, la piedra había regresado a él y nada ni nadie podría detenerlo, como una flecha se abalanzó cuesta abajo, difícilmente el mejor corredor en la rarajípame podría superarlo en esos momentos.

Metro a metro, Ko’orí no perdía de vista su objetivo, más no le era fácil, a pesar de ser un corredor consumado y de haber abatido varios venados a fuerza de resistencia durante días de persecución con sus poderosas piernas, esta vez la presa no obedecía a un instinto animal, sino que razonaba y a propósito buscaba las breñas más difíciles.

Así transcurrió una hora de persecución.

Cuando Ko’orí tuvo a su presa al alcance de la mano, la tomó bruscamente del cabello y la tiró al suelo, rodando ambos cuesta abajo.

Ra’itza miró directamente a los ojos de Ko’orí, ambos sintieron el loco latir de sus corazones que querían fundirse en uno solo, luego cerraron sus ojos lentamente y juntaron sus cálidos alientos, no era un beso común y corriente, era un beso sagrado.

Y ahí, a la sombra del imponente Pico de Mohinora; la Sierra Tarahumara fue testigo fiel de aquel encuentro, de aquel venerable ritual llamado matrimonio, según las antiquísimas costumbres del país de los rarámuris, el país de los hombres de los pies ligeros.

P.D. ¡Feliz día del amor y de la amistad!


NaCl-U-2


Remo.

06 febrero 2007

¡Quién tuviera alas!

Yo era feliz en la selva, llevaba una vida muy simple como la de todo ser cuyo conocimiento es corto y su inteligencia es pequeña; uno que es sencillo con casi nada se conforma siempre.

Fue un aciago día de mayo cuando la desgracia cayó sobre nosotros.

Esa mañana las nubes en el cielo no eran blancas, sino grises, mi madre nos dijo que no deberíamos salir porque se auguraba un mal presagio, pero uno que es joven e impetuoso no respeta nunca las reglas, así que desobedecimos; aprovechando un pequeño descuido abandoné la guarida seguido de mis hermanos.

No había caminado ni siquiera tres metros cuando me cayó una red encima, no tuve tiempo ni siquiera de luchar para defenderme, caí preso de un cazador que me arrastró y me dejó totalmente inmovilizado; uno a uno mis parientes y amigos fueron apresados ante mi impotente mirada.

Nos condujeron por lugares que jamás había visitado y de los cuales ni siquiera había oído hablar, los olores de la selva de a poco fueron desapareciendo y nuevos aromas inundaron el contenedor donde nos trasportaban, por una pequeña rendija alcancé a observar cosas asombrosas que no sabría describir.

Nos trasladaron a una especie de mercado donde se reunía la gente para ver la nueva mercancía capturada y ellos comenzaron a ofrecer dinero por nosotros, fui separado de mis seres queridos.

Tristemente fuimos vendidos como esclavos a distintos amos los cuales nos llevaron por rumbos diferentes.

Bien pronto quedó de manifiesto el sadismo humano en la casa del amo, éste tomó a uno de mis compañeros de viaje y con un hierro candente comenzó marcarlo, de aquello sólo recuerdo el olor a carne quemada y a pesar del tiempo transcurrido la sola mención de este hecho me sigue provocando náuseas.

Terminada su tarea, el amo tomó otro esclavo, el pobre ser no pudo soportar la tortura y en el acto murió, me queda aún la duda si el pequeño falleció de miedo o porque el hierro al rojo vivo penetró demasiado en su débil cuerpecito.

Al ver aquello y de sólo pensar que esa podría ser mi suerte entré en pánico, esperé el momento oportuno e intenté escapar; con todas mis fuerzas emprendí la huída pero los hijos del amo estaban siempre al acecho y me capturaron con lujo de violencia.

Me llevaron a la sala de tortura de inmediato, no era mi turno todavía, pero querían aprovechar el pretexto que les había brindado para que yo sirviera de escarmiento ante los demás, desde ese día sería un ejemplo viviente y una andante advertencia para quien osara rebelarse.

La sesión sobre mí fue muy intensa, durante horas sufrí el cruel tormento, llegó el momento en que dejé de patalear y chillar, ya no tenía fuerza ni para cerrar los ojos, el dolor mismo al tiempo que me paralizó me produjo una especie de trance hipnótico.

Sobreviví de milagro, cuando al fin tuve la fuerza para levantarme y el valor para mirar mi torturado cuerpo, no dejé de maravillarme frente a un espejo; el amo me había convertido en un objeto de arte viviente, observé a mis compañeros y mis ojos se agrandaron aún más.

Algunos de ellos lucían en sus espaldas hermosas piedras semipreciosas, a otros les habían introducido cuentas de simple vidrio pero igualmente bellas, el trato que mi me dispensó el amo fue muy especial.

Yo era quien lucía los más caros y deslumbrantes brillantes, con gran maestría fueron incrustados en mi piel. Lucía además una preciosa extensión, ni más ni menos una cadena de áureo metal, cosa que sin duda me vuelve aún más desgraciado, pues más cuidado tendrán en vigilarme de cerca para evitar que escape.

Mis compañeros tratan de consolarme diciéndome que luzco precioso, pero ante esto sólo recuerdo el antiguo adagio que reza: “La jaula aunque sea de oro, no deja de ser prisión”.

En medio de todos estos inexplicables sucesos, una desgracia más se agregó y es que mi amo tiene la falsa creencia que nosotros vivimos de la nada, por lo que no es necesario que se nos proporcione ninguna clase de alimento, lo he escuchado decir que nosotros, viviremos por mucho tiempo después de que él haya muerto, que somos casi eternos, que quizá duremos cien años… cien años comiendo rebanadas de aire.

Ricamente embellecidos, fuimos vendidos nuevamente, a mí me adquirió una señora de buena posición económica y me llevó con ella a su ciudad, un sitio lejano de donde nací, un lugar con un clima entre cálido y frío.

Afortunadamente mi nueva ama me alimenta bien y me tiene en gran aprecio; cuando reúne a sus amistades me presume ante ellos; les cuenta hermosas leyendas y en especial una en la que se dice que desciendo de una princesa maya... en esas ocasiones mi deber es estar siempre muy activo y dar vueltas y vueltas en círculo sin permitirme descansar jamás.

¡Ay de mí!, ¡Quién tuviera alas para ser libre!, escapar de este altiplano y migrar a la selva, a mi adorado hogar.

¿Cuánto tiempo viviré?, no podría contestarlo pues mi vida se encuentra sujeta al capricho y humor de mi ama, porque yo soy sólo simple y pequeño Maquech.


NaCl-U-2


Remo.