¡Quién tuviera alas!
Yo era feliz en la selva, llevaba una vida muy simple como la de todo ser cuyo conocimiento es corto y su inteligencia es pequeña; uno que es sencillo con casi nada se conforma siempre.
Fue un aciago día de mayo cuando la desgracia cayó sobre nosotros.
Esa mañana las nubes en el cielo no eran blancas, sino grises, mi madre nos dijo que no deberíamos salir porque se auguraba un mal presagio, pero uno que es joven e impetuoso no respeta nunca las reglas, así que desobedecimos; aprovechando un pequeño descuido abandoné la guarida seguido de mis hermanos.
No había caminado ni siquiera tres metros cuando me cayó una red encima, no tuve tiempo ni siquiera de luchar para defenderme, caí preso de un cazador que me arrastró y me dejó totalmente inmovilizado; uno a uno mis parientes y amigos fueron apresados ante mi impotente mirada.
Nos condujeron por lugares que jamás había visitado y de los cuales ni siquiera había oído hablar, los olores de la selva de a poco fueron desapareciendo y nuevos aromas inundaron el contenedor donde nos trasportaban, por una pequeña rendija alcancé a observar cosas asombrosas que no sabría describir.
Nos trasladaron a una especie de mercado donde se reunía la gente para ver la nueva mercancía capturada y ellos comenzaron a ofrecer dinero por nosotros, fui separado de mis seres queridos.
Tristemente fuimos vendidos como esclavos a distintos amos los cuales nos llevaron por rumbos diferentes.
Bien pronto quedó de manifiesto el sadismo humano en la casa del amo, éste tomó a uno de mis compañeros de viaje y con un hierro candente comenzó marcarlo, de aquello sólo recuerdo el olor a carne quemada y a pesar del tiempo transcurrido la sola mención de este hecho me sigue provocando náuseas.
Terminada su tarea, el amo tomó otro esclavo, el pobre ser no pudo soportar la tortura y en el acto murió, me queda aún la duda si el pequeño falleció de miedo o porque el hierro al rojo vivo penetró demasiado en su débil cuerpecito.
Al ver aquello y de sólo pensar que esa podría ser mi suerte entré en pánico, esperé el momento oportuno e intenté escapar; con todas mis fuerzas emprendí la huída pero los hijos del amo estaban siempre al acecho y me capturaron con lujo de violencia.
Me llevaron a la sala de tortura de inmediato, no era mi turno todavía, pero querían aprovechar el pretexto que les había brindado para que yo sirviera de escarmiento ante los demás, desde ese día sería un ejemplo viviente y una andante advertencia para quien osara rebelarse.
La sesión sobre mí fue muy intensa, durante horas sufrí el cruel tormento, llegó el momento en que dejé de patalear y chillar, ya no tenía fuerza ni para cerrar los ojos, el dolor mismo al tiempo que me paralizó me produjo una especie de trance hipnótico.
Sobreviví de milagro, cuando al fin tuve la fuerza para levantarme y el valor para mirar mi torturado cuerpo, no dejé de maravillarme frente a un espejo; el amo me había convertido en un objeto de arte viviente, observé a mis compañeros y mis ojos se agrandaron aún más.
Algunos de ellos lucían en sus espaldas hermosas piedras semipreciosas, a otros les habían introducido cuentas de simple vidrio pero igualmente bellas, el trato que mi me dispensó el amo fue muy especial.
Yo era quien lucía los más caros y deslumbrantes brillantes, con gran maestría fueron incrustados en mi piel. Lucía además una preciosa extensión, ni más ni menos una cadena de áureo metal, cosa que sin duda me vuelve aún más desgraciado, pues más cuidado tendrán en vigilarme de cerca para evitar que escape.
Mis compañeros tratan de consolarme diciéndome que luzco precioso, pero ante esto sólo recuerdo el antiguo adagio que reza: “La jaula aunque sea de oro, no deja de ser prisión”.
En medio de todos estos inexplicables sucesos, una desgracia más se agregó y es que mi amo tiene la falsa creencia que nosotros vivimos de la nada, por lo que no es necesario que se nos proporcione ninguna clase de alimento, lo he escuchado decir que nosotros, viviremos por mucho tiempo después de que él haya muerto, que somos casi eternos, que quizá duremos cien años… cien años comiendo rebanadas de aire.
Ricamente embellecidos, fuimos vendidos nuevamente, a mí me adquirió una señora de buena posición económica y me llevó con ella a su ciudad, un sitio lejano de donde nací, un lugar con un clima entre cálido y frío.
Afortunadamente mi nueva ama me alimenta bien y me tiene en gran aprecio; cuando reúne a sus amistades me presume ante ellos; les cuenta hermosas leyendas y en especial una en la que se dice que desciendo de una princesa maya... en esas ocasiones mi deber es estar siempre muy activo y dar vueltas y vueltas en círculo sin permitirme descansar jamás.
¡Ay de mí!, ¡Quién tuviera alas para ser libre!, escapar de este altiplano y migrar a la selva, a mi adorado hogar.
¿Cuánto tiempo viviré?, no podría contestarlo pues mi vida se encuentra sujeta al capricho y humor de mi ama, porque yo soy sólo simple y pequeño Maquech.
NaCl-U-2
Remo.
Fue un aciago día de mayo cuando la desgracia cayó sobre nosotros.
Esa mañana las nubes en el cielo no eran blancas, sino grises, mi madre nos dijo que no deberíamos salir porque se auguraba un mal presagio, pero uno que es joven e impetuoso no respeta nunca las reglas, así que desobedecimos; aprovechando un pequeño descuido abandoné la guarida seguido de mis hermanos.
No había caminado ni siquiera tres metros cuando me cayó una red encima, no tuve tiempo ni siquiera de luchar para defenderme, caí preso de un cazador que me arrastró y me dejó totalmente inmovilizado; uno a uno mis parientes y amigos fueron apresados ante mi impotente mirada.
Nos condujeron por lugares que jamás había visitado y de los cuales ni siquiera había oído hablar, los olores de la selva de a poco fueron desapareciendo y nuevos aromas inundaron el contenedor donde nos trasportaban, por una pequeña rendija alcancé a observar cosas asombrosas que no sabría describir.
Nos trasladaron a una especie de mercado donde se reunía la gente para ver la nueva mercancía capturada y ellos comenzaron a ofrecer dinero por nosotros, fui separado de mis seres queridos.
Tristemente fuimos vendidos como esclavos a distintos amos los cuales nos llevaron por rumbos diferentes.
Bien pronto quedó de manifiesto el sadismo humano en la casa del amo, éste tomó a uno de mis compañeros de viaje y con un hierro candente comenzó marcarlo, de aquello sólo recuerdo el olor a carne quemada y a pesar del tiempo transcurrido la sola mención de este hecho me sigue provocando náuseas.
Terminada su tarea, el amo tomó otro esclavo, el pobre ser no pudo soportar la tortura y en el acto murió, me queda aún la duda si el pequeño falleció de miedo o porque el hierro al rojo vivo penetró demasiado en su débil cuerpecito.
Al ver aquello y de sólo pensar que esa podría ser mi suerte entré en pánico, esperé el momento oportuno e intenté escapar; con todas mis fuerzas emprendí la huída pero los hijos del amo estaban siempre al acecho y me capturaron con lujo de violencia.
Me llevaron a la sala de tortura de inmediato, no era mi turno todavía, pero querían aprovechar el pretexto que les había brindado para que yo sirviera de escarmiento ante los demás, desde ese día sería un ejemplo viviente y una andante advertencia para quien osara rebelarse.
La sesión sobre mí fue muy intensa, durante horas sufrí el cruel tormento, llegó el momento en que dejé de patalear y chillar, ya no tenía fuerza ni para cerrar los ojos, el dolor mismo al tiempo que me paralizó me produjo una especie de trance hipnótico.
Sobreviví de milagro, cuando al fin tuve la fuerza para levantarme y el valor para mirar mi torturado cuerpo, no dejé de maravillarme frente a un espejo; el amo me había convertido en un objeto de arte viviente, observé a mis compañeros y mis ojos se agrandaron aún más.
Algunos de ellos lucían en sus espaldas hermosas piedras semipreciosas, a otros les habían introducido cuentas de simple vidrio pero igualmente bellas, el trato que mi me dispensó el amo fue muy especial.
Yo era quien lucía los más caros y deslumbrantes brillantes, con gran maestría fueron incrustados en mi piel. Lucía además una preciosa extensión, ni más ni menos una cadena de áureo metal, cosa que sin duda me vuelve aún más desgraciado, pues más cuidado tendrán en vigilarme de cerca para evitar que escape.
Mis compañeros tratan de consolarme diciéndome que luzco precioso, pero ante esto sólo recuerdo el antiguo adagio que reza: “La jaula aunque sea de oro, no deja de ser prisión”.
En medio de todos estos inexplicables sucesos, una desgracia más se agregó y es que mi amo tiene la falsa creencia que nosotros vivimos de la nada, por lo que no es necesario que se nos proporcione ninguna clase de alimento, lo he escuchado decir que nosotros, viviremos por mucho tiempo después de que él haya muerto, que somos casi eternos, que quizá duremos cien años… cien años comiendo rebanadas de aire.
Ricamente embellecidos, fuimos vendidos nuevamente, a mí me adquirió una señora de buena posición económica y me llevó con ella a su ciudad, un sitio lejano de donde nací, un lugar con un clima entre cálido y frío.
Afortunadamente mi nueva ama me alimenta bien y me tiene en gran aprecio; cuando reúne a sus amistades me presume ante ellos; les cuenta hermosas leyendas y en especial una en la que se dice que desciendo de una princesa maya... en esas ocasiones mi deber es estar siempre muy activo y dar vueltas y vueltas en círculo sin permitirme descansar jamás.
¡Ay de mí!, ¡Quién tuviera alas para ser libre!, escapar de este altiplano y migrar a la selva, a mi adorado hogar.
¿Cuánto tiempo viviré?, no podría contestarlo pues mi vida se encuentra sujeta al capricho y humor de mi ama, porque yo soy sólo simple y pequeño Maquech.
NaCl-U-2
Remo.
6 Comentarios:
Estimado Remo Zorpilo:
Ahora si que me dejaste "el ojo, tilico y flojo". Que agradable cuento. ¿A que te decicas?, seguramente a escribir.
Poly
auch! esos pobrecitos animalitos me dan pena... buen cuento zórpilo!!! esperamos a que ya venga El Perfume pa irnos a la reunion cinéfila!!! uju!
jajaja..inche René..algo así me imaginaba!
...en el 97´anduve tirando un rol de un par de semanas por mérida..allí conocí el maquech, el raspado de cebada y relleno negro...la neta la historia fué buena...y lo mejor es q me desconcertaste bastante...saludos carnal.
Nota al pié: No puedo dejar de esbozar una sonrisa "de ladito" al ver la pregunta de Poly...jajaja...
La pregunta obligada: ¿qué es un maquech?
Buscando por la red me dice que es una especie de escarabajo que adornan para utilizar como bisutería estando aún vivo... quiero pensar que no es así. El cuento precioso como siempre.
Saludos confusos... ^_´
Ö_Ö
Ya no caí, ya no caí!!!. Me imaginaba algo así, lero, lero.
Por poco le atinaba, yo pensaba que eran las cucarachas esas que se cuelgan las modelos y tienen costos de entre 3000 y 5000 dls.
Casi! era un maquech.
¡Besos Remo!
Hola, no pense que fuese a terminar asi.
Ya esta acualizado el blog
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