11 octubre 2006

Cuernavaca, la ciudad de la eterna primavera.

En Cuernavaca es más fácil perderse que encontrarse, y no lo digo totalmente por mi estilo de vida que a muchos les parece disipada, sino por la geografía intrincada de sus calles, ya que al estar ubicada entre barrancas y cañadas hacen que sus cuadras difícilmente estén en línea recta.

Mi viaje comenzó saliendo de Chihuahua hacia la ciudad de Querétaro, unas cuantas horas más de sueño me costaron perder el autobús directo hasta Toluca; una vez en Querétaro me trasladé a Toluca y de ahí a Cuernavaca, debo decir que este último trayecto es hermoso, atravesando las Lagunas de Zempoala uno se pregunta: ¿Cómo es posible que desconozca tanta magia de mi país?

La emoción me embargaba cuando llegué a Cuernavaca, mil ideas revolotearon en mi cabeza, el rico calorcito me recibió y agudizó mis sentidos al máximo, pude apreciar olores y colores diferentes.

Mi amiga Susana pasó por mí en una de las cinco terminales con que cuenta esa ciudad, de inmediato me llevó a conocer Plaza Galerías, un centro comercial al aire libre, cuyo techo es una fina lona que no me explico como es que resiste el viento y la lluvia, y que hasta ha ganado un premio a la arquitectura a nivel nacional; primero vimos una película mexicana titulada “Efectos secundarios”, y después a comer comida internacional.

Nos preguntábamos donde deberíamos pasar la noche del grito, cuando Ady, (una amiga de mi amiga), nos invitó amablemente a su casa, sin pensarlo aceptamos, y con el tiempo justo para un rápido duchazo, llegamos a la casa familiar, quedé maravillado, la entrada a su casa está franqueada por altos edificios y sólo se accesa por un pequeño callejón de un solo sentido, una vez adentro se aprecia un lote hermosísimo, son varias hectáreas las que componen el terreno, dentro uno se olvida que está en una ciudad, dispersas se encuentran las casas en donde vive toda la familia de Ady, aquí un tío, allá sus padres, y en medio de las casas una exuberante vegetación con flores, arbustos y árboles enormes.

El sitio resultó perfecto, tanto me gustó que entre bromas le dije a Ady que si algún día deseaba vender su casa considerara mi oferta en primer lugar.

Una gran familia reunida vestida en colores verde, blanco y rojo nos recibió, ahí cada casa aporta algo a la cena, ya sea tamales, pozole, chiles rellenos, atole, cerveza, pan, chilaquiles, frijoles, arroz, guacamole, etc. los colocan en el centro y una pasa sirviéndose lo que más le gusta o le llama la atención, se dio el grito de independencia e inmediatamente comenzó el baile, las mujeres de la familia comenzaron a bailar la danza de los chinelos, (danza típica del estado de Morelos), al término de la cual una de las tías de Ady a quien apodan Doña Bola, me comenzó a servir los típicos “coscorrones”, (bebida con tequila y gaseosa de limón), momentos después me sacó a bailar y no tuve más remedio que ejecutar frente a los ahí presente mis mejores pasos de cumbia (ya ven como soy bailarín).

La fiesta finalizó y nos dirigimos al departamento de mi amiga, yo quería más acción, así que mientras ella se quedaba plácidamente dormida yo salí a la calle para tomar un taxi (explorar una ciudad desconocida y de noche aumenta de gran manera mi adrenalina produciéndome un extraño placer).

- Buenas noches señor, lléveme por favor a la Posada o al Pasaje del Zacate.

El taxista rió, y me dijo:

- Querrá usted decir a la Plazuela del Zacate, joven.

Ahí en la plazuela comienza un corredor con unos diez centros de diversión nocturna, hay para todos los gustos, ya uno se especializa en música electrónica, otro en música grupera, los hay de hip-hop, de mariachis, de rock, en otro sólo tocan banda sinaloense, etc.

La noche fue fantástica, llegué al departamento a las cinco de la mañana.

Al día siguiente nos levantamos temprano pues llegaba la hora de conocer Xochicalco, nos dirigimos a casa de Ady sin desayunar, y ¡Oh sopresa!, su tío desde hace un año instaló un desayunadero en ese pequeño edén, ni tardos ni perezosos dimos cuenta de suculentos tacos y consomé con garbanzos, aquel festín a la sombra de inmensos árboles más parecía ya un día de campo en forma que el inicio de un recorrido arqueológico.

Tomamos la carretera libre a Acapulco y no dejaba de maravillarme por la espesura de la vegetación y la inmensa variedad de flora del estado de Morelos.

Xochicalco significa “el lugar de la casa de las flores”, esta ciudad prehispánica fue construida en una montaña, sobre terrazas artificiales edificaron pirámides, lo cual demuestra un claro orden jerárquico militar y eclesiástico, pues no todos los habitantes podían visitar los diferentes terraplenes.

Lo maravilloso de esta zona, es que existen edificios esculpidos con marcada influencia, teotihuacana, olmeca, maya y zapoteca, cosa por demás extraña y curiosa.

La explicación ofrecida es que Xochicalco sirvió como punto de reunión entre sabios y astrónomos de diferentes culturas para unificar el calendario mesoamericano, así de relevante es ese sitio desde la antigüedad.

Desde la cima de la montaña, la vista es soberbia, a lo lejos se aprecian lagunas, poblados y haciendas.

Hay sin embargo dos “secretos” a buen resguardo de la mayoría de los visitantes, en una parte que a simple vista parece una azotea, se observa un pequeño hexágono que se introduce en la montaña como la boca de un pozo, para un lego el hecho no recubre de mayor importancia, pero es el punto medular de Xochicalco.

Cuando uno desciende por la arista norte se introduce en una gruta la cual lo lleva directo a donde se cuelan los rayos del sol, ¡Simplemente increíble!, en las entrañas de la montaña y debajo de las pirámides, durante algunos días del equinoccio de verano, el sol desciende a determinadas horas como un rayo, formando una columna de luz perfecta, recordemos la importancia que la agricultura tenía en la vida de los antiguos habitantes de América.

Servía además ese sitio como un observatorio, pues llevaban ahí los registros de los movimientos de los astros los antiguos sabios xochicalcas.

No era momento de desaprovechar la oportunidad: tomados de las manos hicimos un círculo alrededor del débil rayo solar, meditamos un momento y realizamos un pequeño rito que nos nació del alma, ignoro si alguien lo habrá hecho anteriormente o lo hará en el futuro, pero de esa manera honramos a la tierra y al sol.

El otro misterio de la zona, es que de frente a la primer pirámide cuando uno aplaude al unísono, el eco retumba con fuerza, devolviendo un sonido muy parecido al que emiten las guacamayas, relieves de estas aves se representan una y otra vez en las pirámides, no olvidemos que las guacamayas representaban en Xochicalco el tránsito solar.

Prácticamente los guardias nos sacaron del sitio a las seis de la tarde, pues nos negábamos a abandonar la antigua ciudad, el día finalizó con unas buenas cervezas en un bar al aire libre en el centro de Cuernavaca donde Susana me convenció que en lugar de regresarme en camión a Chihuahua y las consiguientes veintidós horas de viaje, lo hiciera en avión, por sólo trescientos pesos más de costo, la idea me gustó y compramos por internet un boleto en una nueva línea aérea que por promoción está baratísima (Interjet), ¡Vaya suerte la mía!, además Susy quería organizarme el sábado una pequeña despedida por lo que no necesitó más argumentos para convencerme.

El domingo fue dedicado exclusivamente a conocer museos y jardines, en el Jardín Etno-Botánico, las orquídeas ahí se dan como si fueran plantas silvestres comunes y corrientes.

El Jarín Borda, nos recibió con sus fuentes, cuenta la historia que en estos lugares Maximiliano y Carlota gustaban de pasear tranquilamente.

El museo Casa Robert Brady, impacta por la riqueza de figuras recolectadas a lo largo y ancho del mundo por su ex dueño, ya una figura traída de La India, China, Japón, Filipinas, Guatemala, Brasil, Ghana, Arabia, en fin que ese señor si que sabía vivir (así quisiera ser cuando sea grande), el día concluyó con la típica visita a La Catedral para apreciar su belleza y con una comida-cena en el restaurante Marco Polo.

Solo como buen mochilero, me dirigí el lunes a visitar Tepoztlán, es tal el magnetismo del cerro del Tepozteco, que lo apodan: “el cerro mágico”. Ahí se pierde totalmente la señal del teléfono celular, dicen (no me consta) que las brújulas se vuelven locas.

Con orgullo debo de decir que subí hasta la cima del cerro en treinta y dos minutos, aclaro que hay escaleras de piedra, pero aún así no es un simple paseo por el parque, en la cima, existe un pequeño templo donde se ofrecían sacrificios humanos con extracción del corazón a los dioses de la cosmogonía indígena.

A mi descenso fue que probé la comida típica de Morelos, los huauzontles, pequeñas ramitas vegetales las cuales debe uno separar del follaje, pues éste último es el comestible, no así las ramas que son amarguísimas, (me lo advirtieron pero quería comprobarlo).

El día siguiente fue el turno de conocer “El Castillito”, se dice que era la casa del guardabosque, su edificación remite a un castillo europeo, con un pequeño puente pero en pequeñísimas proporciones, no en tamaño mayor a una casa de una planta, hoy es un museo fotográfico.

Las Barrancas de Amanalco también merecieron mi descenso, en plena Cuernavaca, atraviesa uno un puente parecido a un acueducto, que en su época fue mandado construir por el nunca bien ponderado dictador Porfirio Díaz, desciende uno a la barranca y se encuentra de pronto en medio de la selva con un clima y ecosistema diferente, con cascadas de agua y plantas endémicas, es decir, ¡No existen en ninguna otra parte del mundo!, el día finalizó con la degustación como cena de ciruelas color amarillo, hasta ese día yo sólo conocía las ciruelas moradas.

Me tomó otro día conocer el mercado de comidas y artesanías, saborear los bisquettes de Hermosillo, recorrer la Plaza Cuernavaca, visitar la iglesia la asunción, lugar obligado porque toda su fachada es recubierta con flores por personas que viajan desde Iztapalapa para cumplir una manda religiosa que tiene cerca ya de veinte años, y que año con año con puntualidad rigurosa cumplen, y por último cenar en la India Bonita, el restaurante más antiguo de Cuernavaca, carísimo, pero que bien vale la pena, cuenta la leyenda que el emperador Maximiliano tenía de amante a una indígena, que por su extremada belleza le llamaban La India Bonita.

Otro día más se sucedía y Teopanzolco no quedó exento de mi visita, es una zona arqueológica pequeña, dentro de la ciudad de Cuernavaca pero bien vale la pena tocar sus piedras, la mayor parte de ese día lo dediqué a visitar el Palacio de Cortés, imposible describir las maravillas ahí encontradas, ídolos de piedra, armaduras españolas, cañones, carruajes antiguos, telares, etc., y para rematar un espléndido mural donde Diego Rivera plasmó la historia del estado de Morelos, las guerras de los nativos contra los aztecas, la conquista española, la época del virreynato y finalmente la independencia y la revolución, termina el mural con sendos dibujos de José María Morelos y Pavón, y de Emiliano Zapata, simplemente indescriptible.

La parte baja del mural está realizada con una técnica como si sólo hubiera utilizado un lápiz, tal es la destreza con que fue hecho que la ilusión óptica hace creer que está esculpido, la parte alta es el mural pintado a colores, ¡Qué genio era Rivera!

Por la tarde fui convidado a asistir al mejor gimnasio de Cuernavaca de forma gratuita, no era motivo para negarme, así que la caminadora a buena velocidad y recorrí ocho kilómetros, siguió una clase de “spinning”, escaladoras, pesas y terminé el día con un duchazo y un baño de vapor dentro del gimnasio.

¡Viernes por fin!

Temixco necesitaba ser explorado por mí, este sitio es famoso por su ex hacienda hoy convertida en un bellísimo balneario con los más diversos juegos acuáticos, confieso que después de nadar vigorosamente pasé al menos un par de horas en los jacuzzis, con un delicioso coco al lado, ¡Qué día tan feliz!, nuevamente los guardias prácticamente tuvieron que correrme del lugar; la cena se llevó a cabo en el Café Buba, magnífico restaurante vegetariano, en el cual por sesenta pesos uno se sirve de lo que quiera hasta satisfacer el hambre más feroz.

Como era de esperarse el viernes me lancé a la discoteca predispuesto con mis mejores pasos de baile, ¿A dónde?, pues a los antros de la Plazuela del Zacate.

El sábado fue de flojera, mis pilas se estaban agotando, así que mi amiga Susy me acompañó a un lugar que se llama La Tía Licha, si alguna vez van a Cuernavaca este es el mejor lugar para comer mariscos, a un buen precio le sirven a uno cantidades industriales de camarones, nuevamente nos dirigimos a Plaza Galerías para ver una película tontona, "El diablo viste a la moda", pero lo importante en sí no era la función, sino pasar más tiempo en compañía de mi amiga Susy, con quien no compartía nada desde hacía dos años.

El domingo me levanté a las cuatro de la mañana, hice mi maleta en media hora, un rápido baño y me fui a la central en taxi.

Llegué a Toluca a las siete de la mañana, tomé un delicioso desayuno de ¡veintidós pesos!, consistente en atole y tamales, de ahí me fui al aeropuerto… al tiempo que recibía un mensaje de Susy que estaba molesta porque ella me quería llevar a la central camionera, pero no tengo el corazón tan duro como para despertar a una dama a las cuatro de la madrugada…

Apenas había tomado asiento en la sala de espera y un rostro me pareció conocido, un amigo a quien hacía seis años no veía también viajaba en avión a Chihuahua, ¡Increíble!.

Gigis era un practicante cuando lo conocí en la empresa en la que laboraba, luego el destino nos llevó por diferentes rumbos, perdimos comunicación y nunca supimos el uno del otro, por supuesto que teníamos asientos diferentes, pero negocié inmediatamente no bien hube mal abordado el avión, así que mi lugar de ventanilla fue intercambiada por el asiento contiguo a Josué, brindamos con cerveza por nuestra amistad y por ese feliz reencuentro totalmente inesperado.

Entre risas llegamos en dos horas más llegamos a la Señora del Desierto, Chihuahua.

Todo salió según lo planeado, ¡Gracias Susy, gracias Ady, gracias vida!, desde ya me declaro listo y preparado para la siguiente travesía: los planes están elaborados y en su punto.

Morelia, Michoacán amenazo con visitarte a fines de este mes y principios del próximo, así celebraré en tierras tarascas mi cumpleaños y el muy especial día de muertos en Pátzcuaro y Janitzio.


NaCl-U-2


Remo
.

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Zorpilo:

Llege a este lo por referencias de Gufo y Mariana donde ambos hemos coincidido.

No he leido el blog completo pero las tres ultimas entredas me agradaron. Ojala que nos ponga algunas fotos de su viaje a Cuernavaca.

Saludos cordiales

Poly

http://polycarpio.blogspot.com
http://ojo-clinico.blogspot.com

8:58 p.m.  
Blogger Magda dijo...

Pues que buen viaje eh? (muero de la envidia! ;). En definitiva me sentí transportada hacia el estado de Morelos.

Un día de éstos!

1:28 p.m.  
Blogger 315517 dijo...

Una reseña de viaje meticulosa como siempre, pero debo decir que me he enamorado perdidamente de Ady, su familia y su casa.
Familias así, sí que son endémicas.

Ö_Ö

8:16 a.m.  
Blogger webita dijo...

hola zorpilo! por que no has publicado de la reunion? pa cuando armamos la otra? prometo no hacer visita de doctor!!!... oye no te platicaron de los "nahuales" ahi por las lagunas de zempoala???

8:59 a.m.  

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