“Caminos de Michoacán, y pueblos que voy pasando…”
Pátzcuaro, Uringuarapexo, Zacapu, Zichaxuácuaro, Uayameo, Pareo Curínguaro, Pecátuaro, Iramuco, Capacurio, Patamu-Andacaraho, Tarimichúndiro, Tzintzuntzan, Ihuatzio, Janitzio, Cocupao, Jarácuaro, Guayameo, Purenchécuaro, Tzirúndaro, Puácuaro, Erongarícuaro, Tácuaro, Arocutín, Huecorio, Zirahúen Tzentzenguaro, Zitácuaro, Zinapécuaro, Tzurumútaro.
No, no son trabalenguas, son los nombres de algunos de los poblados del estado de Michoacán en lengua purhépecha, como notarán muchos de ellos terminan en –cuaro, lo cual significa lugar de o lugar donde, así Pátzcuaro significa el lugar donde descienden los dioses
Mechoacan significa en náhuatl lugar del pescado y es de ahí de donde se deriva el actual nombre de Michoacán, los tarascos eran aguerridos y nunca fueron sometidos por los aztecas, y astutamente al ver la suerte de los mexicas, pacíficamente depusieron las armas, por lo que no fueron conquistados por los españoles con las armas, sino con la evangelización.
Llegué en la tarde a Morelia, la capital del estado de Michoacán, y de inmediato después de alojarme en un hotel colonial que fue un convento hace siglos, me dediqué de inmediato a recorrer el centro histórico, el atardecer le da un aspecto rojizo a la ciudad, la cual al estar construida de cantera le da un encanto sumamente especial.
Cual no sería mi sorpresa al encontrarme a “maestros” y “miembros” de la APPO de Oaxaca tratando de incitar a la población a que se sumaran a su movimiento; afortunadamente, los michoacanos saben que de seguirles el juego a esos anarquistas sufriría Morelia la misma suerte que Oaxaca, un joven “estudiante” me dio en la mano una arenga “izquierdista”, mientras sus compañeros elaboraban proclamas en cartulinas, más tardó en entregármelo que yo hacerlo añicos en su presencia, y arrojárselo a los pies, molesto iba a decirme algo, pero me le adelanté, lo miré a los ojos y le dije:
- Yo con la derecha, hasta para escribir... (Por fin pude vengarme zórpilamente de un “APPO” después de que en Oaxaca impidieron el desarrollo de la Guelaguetza).
Ja, bola de perturbadores, me gustaría ver que ahí pintarrajearan con su asqueroso graffiti la catedral como lo hicieron en Oaxaca, claro que no se atreverían, aunque en Michoacán gobierna un partido izquierdista, la policía estaba atenta a cualquier movimiento no conveniente de los APPOS contra los turistas o que atentara contra su hermosa ciudad.
Después de saborear mi “victoria”, me dediqué a recorrer Morelia; de inmediato me fui al mercado de dulces, había que comprar calaveritas de azúcar y chocolate, además de los tradicionales ates.
Por la noche la ciudad se ilumina sólo con faroles, no están permitidos los anuncios de neón, caminando de un lado a otro fui hasta la fuente de las tarascas y el acueducto colonial, su viento fresco me recordó que era ya de noche y me dispuse a dormir.
El primer día me dediqué a viajar a Pátzcuaro y Janitzio, que aunque iba a visitarlos en la noche de muertos, deseaba estar en esos lugares con la luz del día.
Pátzcuaro.
El lugar donde descienden los dioses, es en verdad uno de los pueblos más pintorescos que yo haya conocido, (y miren que he viajado), para empezar: todas, absolutamente todas las casas están pintadas de color blanco, tienen techo de tejado y pintado en color rojo ladrillo un metro de altura desde el suelo. Los establecimientos tienen todos títulos en español y la primera letra siempre es en color rojo, el resto en color negro y siempre con mayúsculas, respetando de manera estricta la ortografía. Indagando con los lugareños, me dijeron que los nombres bicolores ayudan a alejar la mala suerte y propicia el que los negocios siempre florezcan.
Su gastronomía es deliciosa, el pescado blanco de Pátzcuaro tiene un sabor tan especial que no se compara al de ningún otro, beber el atole de grano de elote constituye una experiencia gratificante ya que el clima en esta región lacustre es bajo, por tanto llevarse al estómago dicha bebida caliente es siempre reconfortante, su color es verde y su sabor dulce, ahora que si se desea se le agrega chile manzano, y sal convirtiéndolo en un caldo, que no los engañe el nombre, el chile manzano es picosísimo, yo cometí ese error, y tuve que comprar otro atole sólo para quitarme lo enchilado.
No pude evitar elevar una oración -invento mío- en memoria de Gertrudis Bocanegra, justo al pasar por la iglesia en la que le negaron el acceso a esa ilustre heroína de nuestra independencia el día en que la fusilaron; ella es famosa por su valor y su discreción de no revelar un solo nombre de los demás insurgentes aún a costa de su vida. Gertrudis Bocanegra, nació y murió en Pátzcuaro, su nombre debe estar a la altura del de Josefa Ortiz de Domínguez y gritarse el día de la independencia.
Janitzio.
Si Pátzcuaro me impresionó, Janitzio me dejó boquiabierto.
Esta pequeña isla en medio del lago de Pátzcuaro no tiene calles ni carreteras, entre casa y casa sólo hay pequeños callejones de uno o dos metros de ancho con escalones que lo llevan a uno a la cima, donde se encuentra una estatua del Siervo de la Nación: José María Morelos y Pavón, este monumento mide 48.75 metros de altura, su interior está hueco y conforme uno sube la escalera de caracol va apreciando los murales pintados por el artista Ramón Alva de la Canal, en el cual se representa la biografía del Morelos, ahí se muestra una famosa batalla en la que las tropas independentistas se encontraban bañándose en el río cuando fueron atacados por las fuerzas españolas, y así desnudos pelearon con tal ferocidad que alcanzaron la total victoria.
Desde arriba de la estatua la vista del lago es soberbia, se aprecian todos los poblados que rodean el lago así como las dos islas menores que se encuentran en el lago.
Copié estos versos escritos en la estatua y que era un cántico que las tropas entonaban para darse valor antes de una batalla durante la guerra de Independencia:
“Rema, nanita, rema,
rema y vamos remando;
por un cabo doy dos reales,
por un sargento un doblón,
por mi general Morelos
doy todo mi corazón”.
Con el alma saciada bajé a una fonda humilde, y mientras una mujer purhépecha con su tradicional vestido me servía un caldo de pescado blanco, pedí a un trío que me cantaran dos canciones: “Caminos de Michoacán” (que da título a este escrito) y “Juan Colorado”, ante la aprobación total de otros turistas, estos himnos michoacanos condimentaron mis alimentos.
Janitzio es de los purhépechas que nacieron ahí, por lo que existe un decreto presidencial que expresamente prohíbe a cualquier mexicano o extranjero tener una casa ahí, Janitzio es un refugio para esa etnia.
Al día siguiente (31 de octubre y día de mi cumpleaños) quise conocer Tzintzuntzan, aunque para llegar a esa población había dos rutas carreteras, una me llevaba a Pátzcuaro y otra a Quiroga, la elección para mí fue más que obvia, conocer una nueva ciudad me excita siempre sobre manera.
Quiroga.
Nunca imaginé lo que iba a encontrarme ahí, miren que ellos se definen como “La capital mundial de las artesanías y las carnitas”, hay tanto que comprar y tan barato que uno se vuelve loco en medio de tantas curiosidades, aproveché para adquirir tazas con motivos tarascos para mi familia, la comida resultó de mi total agrado, las carnitas de cerdo son absolutamente deliciosas acompañadas de una salsa pico de gallo y tortillas de maíz recién hechas. Lo verdaderamente importante de Quiroga es que las mujeres mayores muestran con orgullo su atuendo típico y cubren su cara con rebozos, mientras que las mujeres jóvenes peinan sus cabellos con trenzas y en un hecho inaudito el pan se distribuye a la usanza antigua: en bicicleta y con una especie de sombrero-canasta donde los panaderos van dejando un rastro de delicioso aroma del pan recién sacado del horno.
Tzintzuntzan.
Pronúnciese rápidamente como /sin-sun-san/, la antigua capital del imperio purhépecha es hoy un pequeño poblado de tres mil habitantes, sin embargo, sus impresionantes yácatas constituyen una zona arqueológica importante.
Las yácatas tarascas son una serie de edificaciones mitad circulares y mitad rectangulares en donde se llevaban a cabo los entierros de los nobles, existe también un pequeño tzompantli en el cual se colocaban en estacas los cráneos humanos de los guerreros vencidos, curiosamente, aunque se practica en la noche el juego de pelota encendida, no existen restos del juego de pelota prehispánico.
Las yácatas se ubican en lo alto de una colina, desde donde la vista del lago es maravillosa, ahí tirado sobre el pasto y a la sombra de un árbol respondí cuanto mensaje de felicitación me llegaba al celular; curioso observé que colocaban un templete frente a las yácatas, indagué y la suerte se empeñó en favorecerme, ya que en la tarde se llevaba a cabo la representación de la obra de teatro “Don Juan Tenorio”, no bien hubo acabado dicha obra, regresé a Morelia, para asistir a la ópera en la catedral, al término de la cual encontré este bellísimo poema de autor anónimo escrito en el reverso de una de las múltiples puertas de la catedral moreliana que pongo a su disposición:
"Acostúmbrate a morir,
antes que la muerte llegue,
porque muerto sólo vive,
el que estando vivo muere".
Caray, ¡Cuánta sabiduría encierran esas letras!, me gustó tanto que por ahora lo quiero de epitafio en mi tumba.
Sin temor a equivocarme, puedo decir que fue un cumpleaños lleno de placeres culturales.
El día de muertos lo aproveché visitando el Zoológico de Morelia, además de abordar el tranvía cultural, y prepararme para el tour de la noche de muertos, el cual comienza a las cuatro de la tarde y finaliza doce horas después.
Noche de muertos.
Comenzamos visitando Tzintzuntzan, y la preparación de las tumbas, las cuales se adornan con flores de cempoalxúchitl, de color entre amarillo y naranja, las familias se muestran propicias para explicar el significado de los altares, en los cuales siempre hay tres niveles, el de abajo representa el inframundo, el del centro la tierra y el superior el cielo, también deben estar presentes los cuatro elementos, el agua que se deja en las tumbas por si las ánimas vienen sedientas, el fuego con las veladoras que les ayudan a iluminar su camino, el viento representado con frutas que cuelgan y por supuesto la tierra.
Debo comentar que para los purhépechas velar las tumbas de sus difuntos y ancestros es un deber sagrado, colocan fotografías de sus seres queridos, y las bebidas y alimentos que eran de su agrado, muchos ofrecen a los visitantes comida de sus ofrendas; por doquiera se aprecia el pan de muertos, plátanos, manzanas, y dulces de azúcar; las sepulturas de “los muertos nuevos”, que son los seres que fallecieron este año, llevan un arco de flores para indicar eso.
Me alejé del bullicioso cementerio y fue en las afueras donde compré ponche y pan de muertos, las familias más humildes que no tienen para rentar un espacio comercial, venden sus productos lejos de los turistas, y es a ellos a quienes siempre compro en primer lugar, vamos, que mi dinero sirva en algo para remediar su precaria situación.
De ahí fuimos a Pátzcuaro a visitar el mercado de artesanías, adquirí un “chuyo”, de lana el cual es un gorro de origen peruano, que desde el lago Titicaca ha emigrado y sentado sus reales en el lago de Pátzcuaro, muy propio para cubrir mi cabeza y orejas del inclemente frío. Perú me seguía por todos lados, y terminé comprando un suéter de piel de alpaca, además congenié bastante bien con un chavo que desde ese país sudamericano venía a visitar nuestras costumbres, de ahí en delante nos hicimos compañía y terminé recibiendo una invitación a visitar Cajamarca, Perú.
Cenamos unas deliciosas corundas (especie de tamal de maíz en forma triangular envueltas en hojas de plátano), uchepos (tamales de elote tierno envuelto en hojas de maíz), toqueras (gorditas de maíz rellenas), churipo (caldo de res con chile rojo y col de árbol) todo acompañado de atapakúa (salsa que yo pedí de chile negro), de postre unos chongos zamoranos (dulce de leche con fresas) y por supuesto para aguantar el frío unos buenos vasos de ponche con su “piquete” de charanda (la charanda es para Michoacán lo que el sotol para Chihuahua, el mezcal para Oaxaca o el tequila para Jalisco).
¡Ay, ay, ay!, ¡Ajúa!, ahora sí bien ambientados nos dirigimos con nuestro guía del grupo al embarcadero rumbo a Janitzio.
Llegamos a la isla justo en el momento de presenciar un festival de pirekuas, los cuales son danzas y cantos que los tarascos ejecutan esa noche, una a una las delegaciones de los pueblos lacustres fueron presentando sus bailes con música en vivo, pude observar al menos cinco variantes de la mundialmente famosa danza de los viejitos.
Todo concluye con la danza de las mariposas, donde los pescadores de Janitzio a bordo de sus pequeñas embarcaciones alumbradas con antorchas en la parte delantera, llevan a cabo una pesca ritual en el lago al ritmo de violines y guitarras, créanme jamás había presenciado una danza acuática con tal precisión y belleza, el corazón me estalló de alegría.
La visita al cementerio es obligada, pero debo decir, que no me agradó, los indígenas tiene que soportar horas de flashazos de los turistas mientras permanecen al pie de las tumbas, para colmo las hordas juveniles no le muestran el respeto debido a un camposanto, pues la mayoría están alcoholizados y caminan tambaleándose entre las tumbas, ya derriban aquí una veladora, ya empujan a otra persona por allá, todo esto acompañado de frases altisonantes, me retiré un poco indignado de ahí, y es que el cementerio de Janitzio es demasiado pequeño, yo propondría que esa noche permaneciera cerrado y que no se permitiera el acceso a los turistas, sólo a los lugareños, desde afuera se pueden tomar buenas fotografías.
Embarcamos nuevamente, no sin antes de haber comprado un vaso de charales (pequeños pescados incluso menores en tamaño al dedo de la mano), los cuales calentados en un comal de barro, salados y rociados de chile y limón saben muy bien, tanto que mi nuevo amigo peruano, Diego, decidió comprar varios vasos para seguirlos comiendo como botana.
Llegamos a Tzurumútaro, aquí las ofrendas son diferentes, perdura el arreglo con flores de cempoalxúchitl, pero se ofrecen a los muertos calabazas y mazorcas de maíz, se trata de un pueblo que en época del Presidente Lázaro Cárdenas fue colonizado por indígenas yaquis del norteño estado de Sonora, por ello son costumbres diferentes y ahí tiene su altar “Tata Cárdenas” como cariñosamente le llaman aún a ese querido Presidente.
Un nuevo día llegó, con el tiempo suficiente apenas de comer una sopa tarasca,(sopa de frijol con tres chiles) una ensalada de nopales con chapulines espolvoreados y probar el pollo en mole michoacano, (el cual no está hecho a base de chiles, sino de tamarindo) y de postre una nieve de pasta.
Al pie del cerro del Quinceo, me despedí de una ciudad hermosa, colonial y que es ya patrimonio no sólo de México sino de la Humanidad.
¡Morelia que orgulloso estoy de que seas parte de mi herencia cultural!
Como aún me quedaban días de vacaciones, decidí viajar a otra ciudad… Aunque esa, como dijo la nana Goya: “Es otra historia”.
NaCl-U-2
Remo.
“Rema, nanita, rema,
rema y vamos remando;
por un cabo doy dos reales,
por un sargento un doblón,
por mi general Morelos
doy todo mi corazón”.
Con el alma saciada bajé a una fonda humilde, y mientras una mujer purhépecha con su tradicional vestido me servía un caldo de pescado blanco, pedí a un trío que me cantaran dos canciones: “Caminos de Michoacán” (que da título a este escrito) y “Juan Colorado”, ante la aprobación total de otros turistas, estos himnos michoacanos condimentaron mis alimentos.
Janitzio es de los purhépechas que nacieron ahí, por lo que existe un decreto presidencial que expresamente prohíbe a cualquier mexicano o extranjero tener una casa ahí, Janitzio es un refugio para esa etnia.
Al día siguiente (31 de octubre y día de mi cumpleaños) quise conocer Tzintzuntzan, aunque para llegar a esa población había dos rutas carreteras, una me llevaba a Pátzcuaro y otra a Quiroga, la elección para mí fue más que obvia, conocer una nueva ciudad me excita siempre sobre manera.
Quiroga.
Nunca imaginé lo que iba a encontrarme ahí, miren que ellos se definen como “La capital mundial de las artesanías y las carnitas”, hay tanto que comprar y tan barato que uno se vuelve loco en medio de tantas curiosidades, aproveché para adquirir tazas con motivos tarascos para mi familia, la comida resultó de mi total agrado, las carnitas de cerdo son absolutamente deliciosas acompañadas de una salsa pico de gallo y tortillas de maíz recién hechas. Lo verdaderamente importante de Quiroga es que las mujeres mayores muestran con orgullo su atuendo típico y cubren su cara con rebozos, mientras que las mujeres jóvenes peinan sus cabellos con trenzas y en un hecho inaudito el pan se distribuye a la usanza antigua: en bicicleta y con una especie de sombrero-canasta donde los panaderos van dejando un rastro de delicioso aroma del pan recién sacado del horno.
Tzintzuntzan.
Pronúnciese rápidamente como /sin-sun-san/, la antigua capital del imperio purhépecha es hoy un pequeño poblado de tres mil habitantes, sin embargo, sus impresionantes yácatas constituyen una zona arqueológica importante.
Las yácatas tarascas son una serie de edificaciones mitad circulares y mitad rectangulares en donde se llevaban a cabo los entierros de los nobles, existe también un pequeño tzompantli en el cual se colocaban en estacas los cráneos humanos de los guerreros vencidos, curiosamente, aunque se practica en la noche el juego de pelota encendida, no existen restos del juego de pelota prehispánico.
Las yácatas se ubican en lo alto de una colina, desde donde la vista del lago es maravillosa, ahí tirado sobre el pasto y a la sombra de un árbol respondí cuanto mensaje de felicitación me llegaba al celular; curioso observé que colocaban un templete frente a las yácatas, indagué y la suerte se empeñó en favorecerme, ya que en la tarde se llevaba a cabo la representación de la obra de teatro “Don Juan Tenorio”, no bien hubo acabado dicha obra, regresé a Morelia, para asistir a la ópera en la catedral, al término de la cual encontré este bellísimo poema de autor anónimo escrito en el reverso de una de las múltiples puertas de la catedral moreliana que pongo a su disposición:
"Acostúmbrate a morir,
antes que la muerte llegue,
porque muerto sólo vive,
el que estando vivo muere".
Caray, ¡Cuánta sabiduría encierran esas letras!, me gustó tanto que por ahora lo quiero de epitafio en mi tumba.
Sin temor a equivocarme, puedo decir que fue un cumpleaños lleno de placeres culturales.
El día de muertos lo aproveché visitando el Zoológico de Morelia, además de abordar el tranvía cultural, y prepararme para el tour de la noche de muertos, el cual comienza a las cuatro de la tarde y finaliza doce horas después.
Noche de muertos.
Comenzamos visitando Tzintzuntzan, y la preparación de las tumbas, las cuales se adornan con flores de cempoalxúchitl, de color entre amarillo y naranja, las familias se muestran propicias para explicar el significado de los altares, en los cuales siempre hay tres niveles, el de abajo representa el inframundo, el del centro la tierra y el superior el cielo, también deben estar presentes los cuatro elementos, el agua que se deja en las tumbas por si las ánimas vienen sedientas, el fuego con las veladoras que les ayudan a iluminar su camino, el viento representado con frutas que cuelgan y por supuesto la tierra.
Debo comentar que para los purhépechas velar las tumbas de sus difuntos y ancestros es un deber sagrado, colocan fotografías de sus seres queridos, y las bebidas y alimentos que eran de su agrado, muchos ofrecen a los visitantes comida de sus ofrendas; por doquiera se aprecia el pan de muertos, plátanos, manzanas, y dulces de azúcar; las sepulturas de “los muertos nuevos”, que son los seres que fallecieron este año, llevan un arco de flores para indicar eso.
Me alejé del bullicioso cementerio y fue en las afueras donde compré ponche y pan de muertos, las familias más humildes que no tienen para rentar un espacio comercial, venden sus productos lejos de los turistas, y es a ellos a quienes siempre compro en primer lugar, vamos, que mi dinero sirva en algo para remediar su precaria situación.
De ahí fuimos a Pátzcuaro a visitar el mercado de artesanías, adquirí un “chuyo”, de lana el cual es un gorro de origen peruano, que desde el lago Titicaca ha emigrado y sentado sus reales en el lago de Pátzcuaro, muy propio para cubrir mi cabeza y orejas del inclemente frío. Perú me seguía por todos lados, y terminé comprando un suéter de piel de alpaca, además congenié bastante bien con un chavo que desde ese país sudamericano venía a visitar nuestras costumbres, de ahí en delante nos hicimos compañía y terminé recibiendo una invitación a visitar Cajamarca, Perú.
Cenamos unas deliciosas corundas (especie de tamal de maíz en forma triangular envueltas en hojas de plátano), uchepos (tamales de elote tierno envuelto en hojas de maíz), toqueras (gorditas de maíz rellenas), churipo (caldo de res con chile rojo y col de árbol) todo acompañado de atapakúa (salsa que yo pedí de chile negro), de postre unos chongos zamoranos (dulce de leche con fresas) y por supuesto para aguantar el frío unos buenos vasos de ponche con su “piquete” de charanda (la charanda es para Michoacán lo que el sotol para Chihuahua, el mezcal para Oaxaca o el tequila para Jalisco).
¡Ay, ay, ay!, ¡Ajúa!, ahora sí bien ambientados nos dirigimos con nuestro guía del grupo al embarcadero rumbo a Janitzio.
Llegamos a la isla justo en el momento de presenciar un festival de pirekuas, los cuales son danzas y cantos que los tarascos ejecutan esa noche, una a una las delegaciones de los pueblos lacustres fueron presentando sus bailes con música en vivo, pude observar al menos cinco variantes de la mundialmente famosa danza de los viejitos.
Todo concluye con la danza de las mariposas, donde los pescadores de Janitzio a bordo de sus pequeñas embarcaciones alumbradas con antorchas en la parte delantera, llevan a cabo una pesca ritual en el lago al ritmo de violines y guitarras, créanme jamás había presenciado una danza acuática con tal precisión y belleza, el corazón me estalló de alegría.
La visita al cementerio es obligada, pero debo decir, que no me agradó, los indígenas tiene que soportar horas de flashazos de los turistas mientras permanecen al pie de las tumbas, para colmo las hordas juveniles no le muestran el respeto debido a un camposanto, pues la mayoría están alcoholizados y caminan tambaleándose entre las tumbas, ya derriban aquí una veladora, ya empujan a otra persona por allá, todo esto acompañado de frases altisonantes, me retiré un poco indignado de ahí, y es que el cementerio de Janitzio es demasiado pequeño, yo propondría que esa noche permaneciera cerrado y que no se permitiera el acceso a los turistas, sólo a los lugareños, desde afuera se pueden tomar buenas fotografías.
Embarcamos nuevamente, no sin antes de haber comprado un vaso de charales (pequeños pescados incluso menores en tamaño al dedo de la mano), los cuales calentados en un comal de barro, salados y rociados de chile y limón saben muy bien, tanto que mi nuevo amigo peruano, Diego, decidió comprar varios vasos para seguirlos comiendo como botana.
Llegamos a Tzurumútaro, aquí las ofrendas son diferentes, perdura el arreglo con flores de cempoalxúchitl, pero se ofrecen a los muertos calabazas y mazorcas de maíz, se trata de un pueblo que en época del Presidente Lázaro Cárdenas fue colonizado por indígenas yaquis del norteño estado de Sonora, por ello son costumbres diferentes y ahí tiene su altar “Tata Cárdenas” como cariñosamente le llaman aún a ese querido Presidente.
Un nuevo día llegó, con el tiempo suficiente apenas de comer una sopa tarasca,(sopa de frijol con tres chiles) una ensalada de nopales con chapulines espolvoreados y probar el pollo en mole michoacano, (el cual no está hecho a base de chiles, sino de tamarindo) y de postre una nieve de pasta.
Al pie del cerro del Quinceo, me despedí de una ciudad hermosa, colonial y que es ya patrimonio no sólo de México sino de la Humanidad.
¡Morelia que orgulloso estoy de que seas parte de mi herencia cultural!
Como aún me quedaban días de vacaciones, decidí viajar a otra ciudad… Aunque esa, como dijo la nana Goya: “Es otra historia”.
NaCl-U-2
Remo.
9 Comentarios:
Tu herencia Chichimeca a flor de piel -lo digo por lo pata de perro que eres-
Que rico!
Gracias por compartir tu experiencia con el mundo blogero
Saludos
Bienvenido don Zórpilo... yo también llevo sangre michoacana por mis venas! coincidencias... por cierto, se hospedo usted en el Hotel de la Soledad?... ah otra cosilla, creo que le hace falta probar algunos tipos de chile, jejeje! ahi luego que me vuelvan a traer le convido de uno colombiano que esta tremendamente picosote.
Arroz! y pus que bueno tenerlo de vuelta, ahora queremos organizar una posada con buñuelos y ponche y todo, ok?
Me alegro que a pesar de leer que ha estado "Cocupao", que ha comido todo "Guayameo" que se le ha puesto por delante, quedándose "Zirahúen" servido, haya anotado todo bien "Zitácuaro", para calmar nuestra "Capacurio", celebrando con un buen "Jarácuaro" su cumple y sin mandar a nadie al "Andacaraho".
Ö_Ö
Si imaginases siquiera lo sorprendente que es para algunos de nosotros leer de tu tierra a traves de estos textos, a veces es tan distinta, y otras tan reconocible... en fin, gracias por otro retazo de tu cultura.
Besos.
eit, cambiaste el blog... hola! buenos dias!!!
Oye Zórpilo, de verdad que me das envidia. Qué bien te la pasas!
Jajaja! me encanto la Vendetta contra el appo, estuvo muy buena.
Bien que estás de vuelta con la reseña.
Saludos!
René! bienvenido!!...no mames..siempre he envidiado esa gusto tuyo por el trip..jejeje..el mío es "sin salir de casa"..
saludos.
Saludos Zórpiro, otra vez el de las calaveras...
No te fijes que hoy no bebo..
(por lo de la charanda...jajajaja).
Buen blog.
Ahi pa' la otra..
un abrazo...
Hermoso relato de mi tierra "Michoacán", gracias por tan bellas palabras :)
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