02 febrero 2006

Pajarito: El toro volador.

Ocurrió en la “Plaza México”, una de las más grandes redondeles del mundo, el hecho se vio envuelto por extrañas circunstancias, tales como que en el momento se encontraban presentes los mejores médicos especialistas del mundo en cornadas de toros, o que justo en donde el toro aterrizó, era una butaca vacía porque el poseedor de ese lugar no había asistido al espectáculo de último momento, lo irónico es que el toro se llamara “Pajarito”, y literalmente surcó los aires del coso.

Ya circula la versión de que cuando el toro salió al ruedo un turista le decía: “A ver, pajarito, pajarito” con el fin de tomarle una fotografía, pero el animal creyó que aquel hombre quería un acercamiento total… ja, ja, ja.

“Pajarito”, como fue bautizado ese toro de lidia, salió corriendo del túnel por la puerta de toriles, atravesó la arena, saltó del ruedo hacia el burladero, y se impulsó para llegar hasta las gradas. En toda la historia de esa plaza, nunca había ocurrido algo semejante, ello ha desatado muchísimas opiniones encontradas de gente a favor y en contra de las corridas de toros.

Algunos han soltado el llanto como Magdalena por la “brutalidad del espectáculo” y han puesto el grito en el cielo a grado tal que llegan a imitar a Pedro Infante con su inmortal frase: “¡Torito!, ¡Mataron a mi torito!

Para no quedarme al margen aquí expreso mi pensamiento:

Desde siempre los toros han ejercido sobre mí una atracción, ya cuando pequeño admiraba los dibujos de los acróbatas de Creta realizando verdaderos saltos mortales sobre los toros, -ellos adoraban a los toros como símbolos de vida y potencia-, ah, decía que eran verdaderos saltos mortales, porque está demostrado por los especialistas que los cretenses después de impulsarse por el aire, asiendo los cuernos del toro no era posible que salieran vivos después de tal pirueta. Para quienes no saben de lo que hablo, un salto parecido perdura hasta hoy en las Olimpiadas, en gimnasia se le llama el salto al caballo.

La tauromaquia tiene sus orígenes en el paganismo, es de llamar la atención que el capote, la muleta y algunas de las banderillas y trajes de torero sean de color rojo, que los carteles anuncien “6 toros 6”, y que el ruedo esté dibujado con círculos, todo ello remite directamente a Marte el antiguo dios de la guerra romano, cuyo color era el rojo y su número el seis.

Es curioso observar que esa tradición de origen no cristiano, nos haya sido heredada cuando España era un país eminentemente católico, ¿Qué ocurrió con La Inquisición en este caso? Es un misterio sin resolver.

Actualmente que yo sepa, ningún torero no es profundamente religioso y seguidor a ultranza del catolicismo. Si yo hubiera sido torero habría roto esa costumbre.

Para mí asistir a la fiesta brava es motivo de una verdadera alegría, ya me veo vestido de luces, enfrente de una bestia de 500 kilogramos de peso, retando a la muerte... Incluso cuando pretendo burlarme de alguien que ha sido vencido por mis argumentos asumo la pose de torero y con la mano ejecuto una chicuelina.

Hace bastante tiempo sostuve una larga discusión con mis mejores amigos, porque la mayoría de ellos no apoya las corridas de toros, las cuales para mí, son una parte importante de mi vida, a tal grado que si hubiera nacido en el lugar y momento preciso, no estaría yo escribiendo esto, sino que sería o bien un torero o un patinador sobre hielo.

Hay quien dice que las lidias de toros son unas salvajadas, o que no son actos humanos, incluso hay quienes levantan firmas y realizan campañas en contra de ese espectáculo, ¡Bah, tonterías!, para mí salvajadas son las acciones cometidas por los soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Grahib en Irak, actos inhumanos son los que se cometieron en contra de los estudiantes en 1968 aquí en México, o lo que puede observarse en una película “snuf” europea, ante tales actos nadie protesta ni dice nada, ¿Entonces? Se debe entender que los toros de lidia pertenecen a una raza especial, son agresivos por naturaleza y son cruzados, criados y acostumbrados a pelear, a ser violentos, no son vacas con la que los ganaderos dedicados a ello pretendan obtener ganancias por su carne o su leche.

Lo más extraño del caso es que quienes apoyan las campañas en contra de los toros, son los mismos que se deleitan con cortes de carne de todo tipo, ¿De qué origen?, pregunto yo: Adivinaron con carne de res. Si tan sólo se dieran una vuelta por el rastro municipal para que observen como se sacrifican las vacas, seguro se volverían vegetarianos ¡Bah, tonterías otra vez!, comerían vegetales una semana y luego seguirían comiendo burritos, tacos, tortas y demás antojitos mexicanos con carne de ovino.

Para colmo esos “supuestos” defensores de los derechos animales se la pasan jugando violentísimos juegos de video en donde a punta de golpes no matan animales, sino seres humanos, claro, todo eso es virtual, muy saludable y no influye para nada en el hecho de los índices de violencia de este país, ¡Falsos!

Me agradaría ver que muchos que defienden a “capa y espada” (Ups, término totalmente taurino) la vida de los toros, no utilizaran champú, jabón, loción, perfume u otras sustancias porque fueron logrados a partir de la utilización de ratas blancas o conejillos de indias en laboratorios, ¡Bah, tonterías por tercera vez!, ¡Bola de hipócritas!, ¿O no lo sabían acaso? Oh, no, lamento sacarlos de su ignorancia e informarles que –suspiro-, ningún hámster ha salido vivo de un experimento científico. ¡Buá!. ¡Buá! (Llanto sin límite)

¿Debo entender que quien critica la corrida de toros, jamás ha matado un animal?, ¡Ja!, ¡Más hipocresía!, ¿Quién de niño no aplastó un insecto con el único fin de divertirse?, ¿Quién no matado una mosca o un moyote? “En defensa propia”. La vida de un toro vale lo mismo que la de un vinagrón, ¿O no? Y estas últimas veinte palabras fueron motivo de sesudos debates entre mis amigos y yo, al final todo quedó en la promesa de ir a un bar a ponernos hasta las chanclas.

El 31 de Octubre de 2004 (Día de Halloween), para celebrar mi cumpleaños, asistí a la corrida de toros en la “Plaza La Esperanza”, de esta ciudad capital, donde se presentó el mejor rejoneador del mundo, Pablo Hermoso de Mendoza. ¡Qué majestuoso espectáculo se llevó a cabo durante mi onomástico!, (Para que luego no anden diciendo que no sigo las tradiciones de mi patria y que mejor festejo costumbres extranjeras).

Lamento que por falta de dinero no pude asistir nunca a presenciar a “El Glison”, el torero suicida, porque sus actos se remontaban a las raíces mismas del toreo español, al que se llevaba a cabo en la antigua península ibérica.

Por lo pronto, a todos los detractores de la fiesta brava les aviso que por más firmas y tonterías que hagan, ello no evitará que siga asistiendo a las corridas de toros, ojalá comprendan que eso es un espectáculo donde un ser humano se juega la vida, con el único afán de mostrar su arte y valentía para nuestro júbilo y beneplácito.

¿No les gusta?, anden y vayan a ver las noticias de CNN acerca de las torturas de los prisioneros de guerra afganos que los gringos llevaron a cabo en Europa Oriental y lo que actualmente les están haciendo en la base cubana de Guantánamo, eso está de moda, y dice la CIA que hasta es legal.

¡¡¡Y Olé!!!


NaCl-U-2


Remo.

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