Ellos.

(Un cuento infernal).

Cierto día que estaba platicando con mis amigos, al calor de las cervezas Julián dijo:

- Dicen que en la Laguna de Bustillos se aparecen ovnis de vez en cuando.

Me burlé bastante de su estúpida afirmación, siempre he sido un hombre incrédulo al cual le gusta aplicar lo de “ver para creer” y lo que es más; muchas veces he estado yo solo en ese sitio pescando y jamás he visto nada fuera de lo normal, así que con sorna dije:

- El próximo sábado iré a pescar ahí, si algún valiente quiere acompañarme considérese invitado, si no, pues… comprenderé…

Nadie dijo nada, al parecer el reto los intimidó, en realidad no me importó que rechazaran la invitación, ya que la pesca en solitario me proporciona un placer mucho mayor.

…

¡Sábado al fin!

Desde temprano llegué a la laguna, me aproximé a la orilla y boté mi lancha acuática para dirigirme al centro.

Son las 11:30, casi el medio día, a punto de llegar al cénit los dorados rayos del astro rey caen de lleno sobre mi persona inundándome de paz y energía.

Ni un solo ruido interrumpe mi meditabunda pesca, estoy tranquilo, relajado, alejado de todo bullicio, ni siquiera el celular ha timbrado, cosa que me asombra…

De pronto, alcanzo a mirar de reojo que una lancha se aproxima lentamente con el motor apagado, sin ruido.

Me parecen personas conocidas, son una joven pareja, sí en definitiva los he visto en televisión.

Ella es una famosa actriz, porta un diminuto bikini azul. Discretamente apenas si me ha dirigido una leve mirada a través de sus gafas de sol, está más preocupada en untarse bronceador para adquirir un hermoso color sobre su piel que de mi incómoda presencia.

Él es un presentador de un programa de concursos y me saluda con efusividad:

- ¡Quihúbole compa! –y estaciona su vehículo acuático a escasos centímetros del mío.

- ¡Hola qué tal! –contesto con disimulado interés por entablar plática con alguien famoso.

Le dirijo una enorme sonrisa a la chica y ella me corresponde; de pronto un zumbido parecido al que produce una colmena de abejas me distrae, miro hacia el cielo y observo un disco de color plateado que compite en brillo con el sol.

El objeto se estaciona justo sobre mi cabeza, intento desviar la mirada de él pero no lo logro, me ha hipnotizado, tampoco puedo hablar, me he quedado mudo; mi único consuelo consiste en saber que tengo testigos del hecho, aunque mis recientes vecinos han de estar tan pasmados como yo.

No sé que me ocurre, al mismo tiempo que quiero apartar los ojos no lo logro, mi cerebro ordena a mi cuerpo que se mueva, pero éste se niega rotundamente a obedecerme, estoy tan quieto como una estatua.

Por fin, después de un descomunal esfuerzo físico y mental logro apartar mi vista de ese objeto brillante, un segundo más y hubiera quedado ciego por el intenso resplandor de aquella cosa.

Con los ojos cansados y viendo miles de estrellitas intento identificar a la pareja de famosos en su lancha, pero no observo nada, algo anda mal…

Me restriego los ojos varias veces y enfoco nuevamente.

En el lugar en donde yo suponía que deberían de encontrarse los jóvenes enamorados sólo se ven unos hierros corroídos, mohosos y retorcidos que sobresalen del agua, sin duda esos fierros alguna vez pertenecieron a una nave acuática, pero… ¿Dónde están ellos?

Embotado, mi cerebro no alcanza a razonar…

¿Por qué esta absoluta obscuridad que me rodea?

Asustado, por puro instinto volteo de inmediato mi vista al cielo, para ver si el objeto luminoso sigue ahí, pero éste ha desaparecido, y en su lugar sólo un banco de nubes muy espeso y la niebla que asciende en gran manera pretenden ocultar la luna llena, mientras el reloj de mi celular sigue marcando las 11:33 A.M.


NaCl-U-2


Remo.