"Hoy que el destino me trajo hasta esta tierra, donde el Pacífico es algo sin igual"...
El jueves pasado no sabía que hacer y es que los trabajos de remodelación de la oficina donde a diario laboro iban a comenzar el viernes, así que para nuestra sorpresa nos dieron ese día a cuenta de vacaciones, ¡y qué vacaciones!, pues agregando además el lunes 19 que no lo íbamos a trabajar a cambio del día 21 se creó de pronto un lapso de tiempo para el cual no tenía planes pero que forzosamente tenía que aprovechar.
Era una oportunidad única para viajar a la playa, lo único malo es que nos avisaron con sólo un día de anticipación, así que había que planear algo rápido; de ninguna forma era opción el quedarme en casa.
Sin demora alguna me concentré en mi mapa de bolsillo y las opciones saltaron de pronto a la vista, eran tres:
Hermosillo, Tampico y Mazatlán.
Comencé por desechar Hermosillo, ya que Sonora se merece que la visite toda una semana, pues quiero conocer ese estado tomando como base su capital, y desplazarme por Álamos, Guaymas, Bahía Kino y Puerto Peñasco, sin olvidar Isla Tiburón.
Tampico fue mi segunda eliminación, ya que apenas en Noviembre pasado lo había visitado, así que Mazatlán, la tierra de los venados se convirtió por sexta vez en mi destino turístico.
Muchos desprecian esta ciudad porque medio Chihuahua se vuelca allá en temporada de vacaciones, cosa que para mi es estúpida y no comprendo ni intento comprender.
Me encanta Mazatlán… al descender de la sierra conocida como El Espinazo del Diablo y atravesar el Trópico de Cáncer de inmediato se nos da una bienvenida única, el calorcito se siente sabroso, la música de banda se escucha por doquier, las vías respiratorias se dilatan por el aire húmedo provocado por la cercanía del gigante azul, y a donde uno voltea sólo recibe sonrisas, buenos tratos y cortesías; sí, los sinaloenses son amables, amigables y alegres a más no poder.
Llegué el sábado a las diez de la mañana, de inmediato compré mi boleto de regreso en la central camionera y me dispuse a encontrar hotel, por ser temporada baja todo está muy barato, me hospedé en el Playamar por trescientos pesos la noche, esa misma habitación en Semana Santa -según me dijeron-, cuesta entre mil y mil quinientos pesos.
Mi comida de todos los días consistió primero en tomar un licuado; duchos en el arte de abrir los cocos a machetazos, extraen el agua y la vierten en la licuadora, luego le llega el turno a la pulpa, despés agregan un poco de leche, vainilla, canela molida y hielo: el resultado es un batido delicioso, digno de un rey.
Mi platillo de entrada, invariablemente siempre fueron tres tostadas de ceviche de camarón, el platillo fuerte consistió en un delicioso marlín a la mexicana (pez muy común allá guisadito con chile, tomate y cebolla) y para rematar un mango petacón rebanadito.
Las tardes las pasé frente al mar en la playa conocida como Olas Altas viendo atardeceres perfectos con un seis de cerveza modelo al lado, escuchando música de banda sinaloense y haciendo amigos; dos chavos de Culiacán se acoplaron de inmediato al igual que tres chavas de Monterrey.
La noche fue de total destrampe, una noche la dediqué exclusivamente al Joe´s Oyster, y otra al Bora-Bora, ambas son discotecas al aire libre con lo mejor de la música bailable, cerveza a precios razonables y concurridos a rabiar… había que tirar el anzuelo, la carnada gustó y la pesca fue formidable…
No puedo sino decir que ésos han sido unos días memorables.
Hoy que llegué a la oficina, lo hice con una sonrisa de oreja a oreja, una compañera de trabajo me dijo algo muy grato:
“Tu piel huele a coco y mar”.
NaCl-U-2
Remo.
Era una oportunidad única para viajar a la playa, lo único malo es que nos avisaron con sólo un día de anticipación, así que había que planear algo rápido; de ninguna forma era opción el quedarme en casa.
Sin demora alguna me concentré en mi mapa de bolsillo y las opciones saltaron de pronto a la vista, eran tres:
Hermosillo, Tampico y Mazatlán.
Comencé por desechar Hermosillo, ya que Sonora se merece que la visite toda una semana, pues quiero conocer ese estado tomando como base su capital, y desplazarme por Álamos, Guaymas, Bahía Kino y Puerto Peñasco, sin olvidar Isla Tiburón.
Tampico fue mi segunda eliminación, ya que apenas en Noviembre pasado lo había visitado, así que Mazatlán, la tierra de los venados se convirtió por sexta vez en mi destino turístico.
Muchos desprecian esta ciudad porque medio Chihuahua se vuelca allá en temporada de vacaciones, cosa que para mi es estúpida y no comprendo ni intento comprender.
Me encanta Mazatlán… al descender de la sierra conocida como El Espinazo del Diablo y atravesar el Trópico de Cáncer de inmediato se nos da una bienvenida única, el calorcito se siente sabroso, la música de banda se escucha por doquier, las vías respiratorias se dilatan por el aire húmedo provocado por la cercanía del gigante azul, y a donde uno voltea sólo recibe sonrisas, buenos tratos y cortesías; sí, los sinaloenses son amables, amigables y alegres a más no poder.
Llegué el sábado a las diez de la mañana, de inmediato compré mi boleto de regreso en la central camionera y me dispuse a encontrar hotel, por ser temporada baja todo está muy barato, me hospedé en el Playamar por trescientos pesos la noche, esa misma habitación en Semana Santa -según me dijeron-, cuesta entre mil y mil quinientos pesos.
Mi comida de todos los días consistió primero en tomar un licuado; duchos en el arte de abrir los cocos a machetazos, extraen el agua y la vierten en la licuadora, luego le llega el turno a la pulpa, despés agregan un poco de leche, vainilla, canela molida y hielo: el resultado es un batido delicioso, digno de un rey.
Mi platillo de entrada, invariablemente siempre fueron tres tostadas de ceviche de camarón, el platillo fuerte consistió en un delicioso marlín a la mexicana (pez muy común allá guisadito con chile, tomate y cebolla) y para rematar un mango petacón rebanadito.
Las tardes las pasé frente al mar en la playa conocida como Olas Altas viendo atardeceres perfectos con un seis de cerveza modelo al lado, escuchando música de banda sinaloense y haciendo amigos; dos chavos de Culiacán se acoplaron de inmediato al igual que tres chavas de Monterrey.
La noche fue de total destrampe, una noche la dediqué exclusivamente al Joe´s Oyster, y otra al Bora-Bora, ambas son discotecas al aire libre con lo mejor de la música bailable, cerveza a precios razonables y concurridos a rabiar… había que tirar el anzuelo, la carnada gustó y la pesca fue formidable…
No puedo sino decir que ésos han sido unos días memorables.
Hoy que llegué a la oficina, lo hice con una sonrisa de oreja a oreja, una compañera de trabajo me dijo algo muy grato:
“Tu piel huele a coco y mar”.
NaCl-U-2
Remo.
6 Comentarios:
Ni hablar, qué buen puen puente te aventaste!.
A Mazatlán sólo he ido dos veces, pero me la he pasado genial, por eso imagino la feliz estancia por ese paraíso del Pacífico.
Cuando vengas a Sonora, no te olvides de pasar por Álamos, es un pueblo hermoso y pintoresco. San Carlos y Bahía de Kino, son destinos obligados. En general, mi tierra es muy bella, espero y pronto te des la vuelta.
Muchos besos Don Zórpilo.
no me suena ese hotel en que te quedaste... pero que envidia me das!!! te mereces solamente un bachón por tomar Modelo en lugar de Pacífico... aunque lo demás es lo interesante.
aahh que riiiicooo... leerte casi me hizo vacacionar.. yo no hice naaaada...
seguro olias a coco y mar porque no te bañaste y tenias copertone desde el dia anterior... jaajaja
¡vaya! aparte de una sonrisota, un agradable aroma... ¡qué envidia! no conozco Mazatlán, y además el puente lo pasé frente a algo parecido a la caja idiota... (sentí que fue un desperdicio, jojo)
Que mejor el mar que para lavar las penas y como dice el doctor Serrat en una de sus canciones "y si te toca llorar que mejor frente al mar".
El poste anterior estupendo, coincido contigo.
La fotos de Chihuahua que enviaste están geniales, deberías considerar poner fotos en tu blog o en otro, pienso que si valdría la pena
"...el calorcito se siente sabroso..."
+
licuados, cervezas al atardecer
= "Tu piel huele a coco y mar"
Se nota tanto lo que disfrutas cuando recorres todos esos lugares de tu México querido que uno no puede menos que acompañarte a través de tus letras. ^_´
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