23 marzo 2007

La fruta, prohibida.

(Primera parte).

A cierta lejana edad (edad de la punzada) se me metió en la cabezota la loca idea de que no era correcto ingerir ningún tipo de carne.

Me llenaba de horror el hecho de imaginarme a las pobres vacas, cerdos, borregos, guajolotes o pollos ante el matadero.

Una y otra vez sus lastimeros ojos me suplicaban clemencia, al tiempo que sus mutilados y sangrantes cuerpos desfilaban interminablemente por mi torturado cerebro.

¡Pobrecillos seres!

Ellos que al morir se convertían en alimento para mí, y que con su vida permitían la mía terminaron por convencerme que mi dieta no era la correcta.

Poco a poco se fue apoderando de mí un sentimiento de culpa, mi pequeña humanidad se estremecía al recordar el famoso dicho: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”.

Yo apliqué literalmente a mi diario existir tal metáfora.

De nada sirvieron las súplicas de mi madre para que probara bocado, de nada valieron los regaños de mi padre, quien con sobrada razón me decía:

- ¡Todos los días me parto el lomo trabajando, para que tú no aprecies lo que prepara tu madre!, ¡Eres un malagradecido!, ¿Cuántos niños no dieran por tener ese suculento platillo ante sí?

Pero yo seguía inconmovible; así se sucedió una rápida retahíla de ruegos, promesas, amenazas, súplicas, reproches, razonamientos y hasta castigos por parte de la familia entera; pero nada, yo no cejaba ni un ápice de mi obstinada decisión.

Y es que de ninguna manera quería yo ser el cómplice del carnicero que a diario sacrificaba reses, y mucho menos era mi propósito el irme al infierno y arder eternamente por tan graves pecados: ¿quién diablos era yo para que por mi culpa alguien le arrebatara la vida a otro ser?

Ante tan serios cuestionamientos internos, mi abuela intentó razonar conmigo de una manera diferente y me dijo:

- Ven hijo, ven, yo creo que lo tuyo es comer cereales, frutas y verduras.

Por un tiempo me alimenté exclusivamente de esa forma, pero al cabo de un mes, los malditos fantasmas de la culpabilidad regresaron, sólo que esta vez lo hicieron con mayor fuerza.

¿Cómo era posible que tan campantemente me devorara una manzana?, ¡Inconsciente de mí!, ¡Salvaje!

Si un árbol también es un ser vivo que sufre de grandes dolores cuando por la fuerza le arrancan sus frutos.

¡No!, no era justo, ¡Me estaba comportando peor que la más deleznable de las bestias!

Ante esta nueva y terrible encrucijada más que nunca ya estaba firmemente convencido de morir de inanición antes de seguir destruyendo implacablemente todo brote de vida con mi brutal proceder.

Pensativo y meditabundo, me retiré al huerto de mi padre, y ahí, como un moderno Newton observé maravillado una pera que cayó del cielo por sí sola.

¡Un mundo nuevo se abrió ante mí!, ¡Ésa era la señal que esperaba!, de ahora en adelante jamás volvería a comer los frutos de un árbol que él mismo no terminara expulsando.

¡Al fin mi conciencia podía descansar en paz!

Fui feliz, y con la rapidez de un lince me dediqué a recoger cuantos frutos yacían en el suelo, tuve que darme prisa, algunas gallinas y cerdos procuraban hacerme desleal competencia.

Muy magra fue la cosecha, pero el viento del este vino en mi ayuda, un fugaz ventarrón me procuró un sustento mayor, sobra decir que eso fue advertido por mí como un signo más de que lo que hacía era lo correcto.

Todo volvió a la normalidad, hasta que al día siguiente aconteció lo inevitable en un organismo humano puberto…

(Este cuento continuará el próximo lunes).


NaCl-U-2


Remo.

3 Comentarios:

Blogger webita dijo...

chale! yo creí que yo era viajada... jajaja! al rato vas a salir como los que no toman leche tampoco? :|

2:51 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Bueno ya queda menos para el lunes, iré haciendo tiempo con un solomillo de cerdo para matar el rato... jejeje. ñ_ñ

7:18 a.m.  
Blogger Magda dijo...

Jajaja!, a mi me dió por lo mismo, pero ya de "adulta". Nada más que sólo en relación a la carne de res y cerdo. No sé porque no me sucedió lo mismo con las aves y peces :)

Ya veremos el desenlace de tu historia...

12:18 p.m.  

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