08 marzo 2006

En el registro civil…

Este texto está dedicado a mi amigo Álvaro, porque si no hubiera sido por él todo lo demás no hubiera ocurrido, ni me hubiera reído tanto, ni hubiera redactado esto:

Fui a las oficinas del Registro Civil, para saber que requisitos necesitaba para poder tramitar una acta de otro estado de la República, durante mi estancia noté lo siguiente:

Había una dama de edad avanzada, muy estirada, encopetada, educada y con muchas otras palabras terminadas en –ada que atendía a las personas en el archivo general.

Mientras esperaba mi turno un señor de unos setenta años se aproximó a ella, la acción más o menos estuvo así:

- Buenos días, señorita.

Yo: - (Pensando solamente): ¿Señorita?, ¡Pero si por la edad que tiene se ve que eso es imposible, ahora que si lo es pues por eso se le ve tan amargada! ¡Ja!, otra palabra terminada en -ada.

- Buenos días joven. – Le dice la “señorita” sin despegar la vista de la computadora.

Yo: - (Pensando solamente): ¿Joven?, ¡Pero si es de su edad!, en fin, ella quiere corresponder a la galantería porque le dijo señorita.

- Quiero ver si ya está un acta que tramité ayer, es de Cusihuiriáchic.

- ¿De Cusihuiriáchic, verdad?, no, fíjese que no lo voy a poder ayudar, ¡No hay comunicación con ese lugar!

- Bueno, gracias.

- Que le vaya bien mi´jo.

Yo: - (Pensando solamente): ¿Mi´jo?, ¡Si podría ser tu esposo!, ¡Mmh!, a lo mejor quiere con él, uno nunca sabe, je, je, je.

En serio lo que es no tener nada que hacer, miren que insertar mis pensamientos en su diálogo.

Todo estuvo muy bien, sólo que la “señorita” en ningún momento levantó la vista de la computadora para ver al anciano.

¿Es eso un buen servicio de un funcionario de Gobierno?

Cuando menos un leve contacto visual es necesario para que la gente no sienta que está hablando con una pared, ¿O usted qué opina?

- - - Cinco minutos después... - - -

Como todavía no era mi turno, permanecía sentado, en eso entra una señora con su niña, se sientan delante mío y la niña se me queda viendo. La mayoría de las veces que esto me sucede miro a los niños a la cara, les sonrío y les digo:

- ¡Hola!

La señora volteó a verme, al tiempo que la niña me tomaba una mano, y yo nuevamente:

- ¡Hola!, ¿Cómo te llamas?

- ¡Andrea, dígale mi´ja!, me llamo Andrea. – dijo la señora.

Eso bastó para que la señora me tomara confianza y empezara a enumerarme las virtudes de la niña, que si Andrea era muy linda, muy simpática, muy hiperactiva, muy inteligente, total todo un estuche de monerías.

Mi cerebro rápidamente ideó una malévola idea, y me dije a mí mismo:

Mí mismo, a ver: ¿Si los niños son tan listos y tan fregones?, ¿Porqué nunca me ganan a los trancazos ni a las vencidas?, la respuesta es un misterio…

Nuevamente: ¿Usted qué opina?


NaCl-U-2


Remo.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal