Eldiumasiosare Cubesare.
- Eldiuma… ¿Qué dice aquí? –me miró con sorpresa directamente a los ojos la chica chabochi.
- ¿Qué no puede usted pronunciar mi nombre?, ¡Vaya, no me sorprende!, ¡Vamos repítalo lentamente!, ¡El-diu-ma-sio-sa-re, Cu-be-sa-re!, ¡Ve, no es tan difícil! –le dije con una paciencia infinita a la enfermera.
- ¿Pero cómo es que usted se llama así?, ¿Qué significa? – me contestó aquella damita vestida de blanco.
- Mire usted, es una larga historia, si tiene tiempo le cuento con lujo de detalle.
La joven aceptó, y yo me dispuse a relatar el origen de mi extraño nombre una vez más; en realidad ya no recuerdo el número de veces que lo he explicado.
Mientras lo hacía, ella procedió a tomarme una muestra de sangre para cubrir el requisito del examen médico a fin de ingresar a la Universidad.
- De sobra está decir que mi origen es netamente rarámuri, el color de mi piel y mis acusados rasgos indígenas así lo demuestran. –le dije con orgullo- Sin embargo ese nombre no pertenece a ningún vocablo de la lengua de mi raza.
Todo inició en Julio de 1989, mi madre: María Tomasa, se encaminaba a la choza de la partera de una ranchería cercana aquí en medio de la Sierra Tarahumara, al parecer yo no alcanzaría a nacer en una cama, sino que lo haría en plena vereda, los dolores de parto eran cada vez más intensos.
Dice mi abuela, que me urgía nacer, faltaba media hora para llegar al lugar previsto para mi alumbramiento, cuando pasó cerca de ahí el padrecito de esta localidad en una camionetota todoterreno, de inmediato se dio cuenta de la situación e insistió en llevar a mi madre y abuela hasta la clínica de Don Teódulo.
Una vez aquí, nací con mayores comodidades que muchos de mi etnia, mi padre insistía en pagar al doctor, pero el se negó diciendo que el trabajo lo había realizado un joven aprendiz que habían enviado de la ciudad para hacer su residencia.
En este mismo hospital de Guajumar fue donde inició la confusión de mi nombre, al ser yo el hijo número diez de mi familia, el doctor consideró oportuno colocarle un aparato anticonceptivo a mi madre inmediatamente después de mi nacimiento, así que se dirigió a ella con estos términos:
- Mire usted María Tomasa, tuvo un hombrecito, está muy sano el chamaco, ya se lo puede llevar, ¡Ah, por cierto, lo olvidaba!, ya le puse el D.I.U.
Y de ahí se agarró mi madre para registrarme y bautizarme como Eldiú, sin embargo como era un nombre muy corto (a decir de mi abuela) y como en la familia existe la tradición de ponerle a uno de los hijos el nombre del padre y ninguno de los hermanos que me antecedieron lo llevaba, decidieron agregarme Masiosare –que es como se llama mi padre-, ya sabe, como el canto ese que se entona en las escuelas, “Masiosare un extraño enemigo”…, y pues a final de cuentas hasta rimó porque ya ve, mi apellido es Cubesare, de los merititos Cubesare de Guajumar.
NaCl-U-2
Remo.
- ¿Qué no puede usted pronunciar mi nombre?, ¡Vaya, no me sorprende!, ¡Vamos repítalo lentamente!, ¡El-diu-ma-sio-sa-re, Cu-be-sa-re!, ¡Ve, no es tan difícil! –le dije con una paciencia infinita a la enfermera.
- ¿Pero cómo es que usted se llama así?, ¿Qué significa? – me contestó aquella damita vestida de blanco.
- Mire usted, es una larga historia, si tiene tiempo le cuento con lujo de detalle.
La joven aceptó, y yo me dispuse a relatar el origen de mi extraño nombre una vez más; en realidad ya no recuerdo el número de veces que lo he explicado.
Mientras lo hacía, ella procedió a tomarme una muestra de sangre para cubrir el requisito del examen médico a fin de ingresar a la Universidad.
- De sobra está decir que mi origen es netamente rarámuri, el color de mi piel y mis acusados rasgos indígenas así lo demuestran. –le dije con orgullo- Sin embargo ese nombre no pertenece a ningún vocablo de la lengua de mi raza.
Todo inició en Julio de 1989, mi madre: María Tomasa, se encaminaba a la choza de la partera de una ranchería cercana aquí en medio de la Sierra Tarahumara, al parecer yo no alcanzaría a nacer en una cama, sino que lo haría en plena vereda, los dolores de parto eran cada vez más intensos.
Dice mi abuela, que me urgía nacer, faltaba media hora para llegar al lugar previsto para mi alumbramiento, cuando pasó cerca de ahí el padrecito de esta localidad en una camionetota todoterreno, de inmediato se dio cuenta de la situación e insistió en llevar a mi madre y abuela hasta la clínica de Don Teódulo.
Una vez aquí, nací con mayores comodidades que muchos de mi etnia, mi padre insistía en pagar al doctor, pero el se negó diciendo que el trabajo lo había realizado un joven aprendiz que habían enviado de la ciudad para hacer su residencia.
En este mismo hospital de Guajumar fue donde inició la confusión de mi nombre, al ser yo el hijo número diez de mi familia, el doctor consideró oportuno colocarle un aparato anticonceptivo a mi madre inmediatamente después de mi nacimiento, así que se dirigió a ella con estos términos:
- Mire usted María Tomasa, tuvo un hombrecito, está muy sano el chamaco, ya se lo puede llevar, ¡Ah, por cierto, lo olvidaba!, ya le puse el D.I.U.
Y de ahí se agarró mi madre para registrarme y bautizarme como Eldiú, sin embargo como era un nombre muy corto (a decir de mi abuela) y como en la familia existe la tradición de ponerle a uno de los hijos el nombre del padre y ninguno de los hermanos que me antecedieron lo llevaba, decidieron agregarme Masiosare –que es como se llama mi padre-, ya sabe, como el canto ese que se entona en las escuelas, “Masiosare un extraño enemigo”…, y pues a final de cuentas hasta rimó porque ya ve, mi apellido es Cubesare, de los merititos Cubesare de Guajumar.
NaCl-U-2
Remo.
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