10 abril 2006

La vida es como un viaje en tren.

Cuando tenía ocho años de edad, mis padres me dejaron una noche al cuidado de mi tío José de la Luz, él procuraba contarme cuentos y vivencias a modo de narraciones, para captar mi atención y que no hiciera yo algún desastre en la casa familiar mientras mis mayores estaban ausentes.

Aún recuerdo su clásico cuento de “Chin borreguín”, que tanto le agradaba a mis hermanos menores, pero hoy no lo relataré, me enfocaré en recordar una de sus lecciones existenciales.

Esa vez nos dijo que la vida de un ser humano, es semejante a un viaje por tren, donde a lo largo del trayecto algunas personas suben y otras bajan en determinados sitios:

- Nosotros no podemos saber en que estación descenderemos, por lo que debemos hacer lo posible por pasarla de lo mejor en este viaje llamado existencia, nunca sabremos cuántas sorpresas nos aguardan mientras recorremos los pasillos yendo de un vagón a otro, ni tampoco imaginamos siquiera a quien conoceremos cuando en la próxima estación el maquinista aminore su marcha y permita que aborden nuevos pasajeros. –dijo mi tío Chala.

Ayer domingo en la mañana, mi tío por fin llegó a la última estación del tren que el destino le tenía reservado, desde la penúltima estación, el viaje fue para él demasiado penoso y accidentado.

Requiescat in pace: José de la Luz Morales Delgado.


NaCl-U-2


Remo.

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