22 junio 2006

Y todo por un jaque mate al pastor.

Anteayer a mediodía recibí la visita de mi amigo Melchor, no conversamos de nada, una partida de ajedrez fue nuestra muda charla.

Echamos a suertes y le tocó iniciar con el peón del rey blanco.

Su destino estaba marcado, durante años me he dedicado a estudiar todas las posibilidades de apertura con el peón del rey de blancas, Melchor lo intuyó y se supo derrotado.

Mi amigo se retiró sin mediar palabra siquiera.

Ayer tuvo a bien visitarme el joven Llop, ese prodigio de talento chihuahuense, que siendo apenas un adolescente figuraba ya en la lista de los mejores mil ajedrecistas del mundo.

La partida inició con otra de mis geniales ideas, porque estoy seguro que Roberto estudió detenidamente mi historial de movimientos, y es que hasta un día antes, todas mis jugadas iniciaban con el típico movimiento del peón del rey blanco;, ayer para despistar, abrí con el peón de la blanca reina.

Llop no supo que hacer, se le adivinaba a leguas, su nerviosismo lo obligó a abandonar el salón.

Mi fama ha crecido los últimos días a nivel mundial, sólo así se explica como es que hoy en la mañana el gran maestro de maestros, Gary Kasparov haya viajado desde la lejana Rusia con el único propósito de jugar conmigo.

En media hora me dí cabal cuenta, que Kasparov utilizaba el sistema de defensa Indo-Benoni, ¡Por Dios!, un genio como él debería estar al tanto de lo delicado de la situación, ¿Qué acaso nadie le comentó que destruir esa defensa es mi especialidad?

Al llegar a la hora de juego, mi hermoso caballo negro rompió su estructura, Gary me lanzó una mirada de ira, intentó mesarse los cabellos con desesperación, se levantó de su silla, y caminó hacia la izquierda y luego a la derecha, observó el tablero desde otro ángulo de vista y se sintió desfallecer, tomó asiento frente a mí y miró exactamente sobre mi hombro derecho.

Una voz masculina me dijo al oído:

- Lo siento, joven maravilla, la partida ha terminado.

- ¿Cómo se atreve a interrumpirnos? –protesté indignado-. El señor no se ha retirado de esta estancia, ni ha declinado su rey, ¿Cómo que el juego ha terminado?

No me dieron tiempo de más, dos pares de fuertes manos me levantaron en vilo, intenté defender mi posición como león enjaulado pero ocho manos me inmovilizaron de inmediato; giré mi cabeza hacia el tablero y alcancé a ver que el señor Kasparov, se ponía lentamente de pie, luego se elevaba por el viento y como fantasma desaparecía.

Misteriosamente el tablero de ajedrez, recobró su posición original, borrando toda evidencia de mi virtual victoria.

De pronto sentí un fuerte golpe en la nuca y mi visión se tornó en color rojo, luego en un absoluto color negro...

Acabo de despertar en la celda que más tememos aquí, está totalmente acolchada, tengo puesta la maldita bata blanca que cruza mis brazos y abrocha sus mangas por mi espalda, me siento inútil, desesperanzado.

Una lágrima brota y recorre mi mejilla derecha, sé lo que viene después, me llevarán a esa horrible sala de tortura, donde me darán choques eléctricos y a fuerza de voltios borrarán de mi memoria mis victorias recientes, lo que me duele y lo que me hace llorar, es que jamás volveré a recordar mi memorable triunfo sobre Kasparov.

Todo en esta vida tiene su precio, y es uno muy alto el que debo pagar por atreverme a vencer al director de este manicomio durante el torneo municipal en tres blancas precisas y preciosas jugadas, un jaque mate al pastor único y delicioso.

Esa tarde me recluyeron aquí, aunque hay malintencionados que se atreven a dar otra versión de los hechos.

Dicen las lenguas viperinas, que me trajeron detenido por presentarme a la justa ajedrecística totalmente desnudo y en completo estado de excitación… de excitación ajedrecística se entiende, aunque yo niego rotundamente esos supuestos hechos, porque de haberlos realizado me acordaría perfectamente.

P.D. Cuento dedicado al antiguo torneo y club de ajedrez fundado en la F.C.A. de la U.A.Ch. como idea del incansable Melchor “malhechor” Muñiz (amigo personal y maestro de ajedrez) bajo el auspicio de la Sociedad de Alumnos de esa Facultad, en la cual “loca y zórpilamente” este servidor (sin saber en realidad lo que hacía) fungía como Secretario de Actividades Culturales.

¿Se acuerdan de aquellos días: Georgina, Edgar, Elpidio, Lucas y Melchor?


NaCl-U-2


Remo.

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