06/06/06.
(Un cuento infernal).
Este texto no debió escribirse hoy, no debió escribirse nunca.
Lo tenía todo planeado todo perfectamente, eran las cinco treinta de la mañana y me encontraba enfrascado con un solo pensamiento: ¿Será la hora exacta?, de menos había revisado unas seis veces en la última media hora el reloj atómico por internet.
Debía ser meticuloso, preciso; tenía el revólver cargado con balas…
Justo a las seis de la mañana con seis minutos y seis segundos debía llevar a cabo el ritual para el que estaba destinado desde que nací: acabar con mi vida el 06 de junio del 2006.
Con mi suicidio estaba dispuesto a entregar mi alma a las fuerzas obscuras por pura rebeldía, nada más para ver la cara de Dios y de los ángeles que tanto me hicieron sufrir en esta vida.
¿Qué esperaban?, ¿Qué me convirtiera yo en un mártir?, ¿Qué aceptara con resignación mi invalidez?, ¿Qué sonriera estúpidamente mientras siento como mi espina dorsal se parte en dos?
¡No, ni madres!, seguro estoy que soy un error de la creación, un renglón torcido, un total desastre, pero no estoy hecho para dar lástima, aún tengo dignidad, ¡Búsquense otro buey!
No podía seguir, me rebelaría a mi existencia de la manera más brutal: atentando contra mí mismo, porque sólo quien sufre dolores intensos como a diario lo sufro yo, puede no sólo pedir, sino exigir la muerte.
Seguro que en el momento en que sonara el disparo, las huestes celestiales entonces sí se fijarían en mí, ahora si lamentarían haberme dejado solo, sin un ángel guardián que me protegiera: ¡Ya les vería el rostro desencajado alguna vez!, se reprocharían por toda la eternidad no haberme registrado en el libro de la vida y dirían:
- Hemos perdido una valiosa alma que ahora nos acusa y nos mira con furia desde el mismo averno.
Por ello era importante ser muy preciso.
El reloj marcó las 06:06:00.
01, 02, 03, 04, 05, 06, ¡Clic!...
¡Perra mala suerte!, ¡La puta pistola se quedó trabada!, ¡Tan excitado estaba que olvidé quitar el seguro!, ¡Me re lleva la chingada!, ¡Ni el maldito Diablo me quiso en su reino!
¿Y ahora qué hago?, estoy atrapado entre el cielo y el infierno, ¿Debo vivir más en esta tierra de porquería?
Demonios, ¡Esta fecha no se repetirá hasta dentro de cien años!, ¡Cárgueme la mierda!...
Súbitamente una voz me despertó:
- ¡Buenos días amable radio escucha!, son las seis treinta de la mañana, un día más de labores se aproxima…
Apagué el radio despertador de un manotazo y como pude me incorporé de mi cama sentándome en el borde, un frío sudor perlaba mi cuerpo, las sábanas parecía que estaban pegadas a mí como una segunda piel, y el corazón me palpitaba a mil por hora.
Encontré mi agenda me acomodé un poco y comencé a escribir esta espantosa pesadilla.
P.D. No vuelvo a prestarle tanta atención a las noticias amarillistas sobre el fin del mundo ni al número de la bestia, pensándolo bien una fecha como esta ya se repitió en el año 1006, o peor aún en el año 6.
NaCl-U-2
Remo.
Este texto no debió escribirse hoy, no debió escribirse nunca.
Lo tenía todo planeado todo perfectamente, eran las cinco treinta de la mañana y me encontraba enfrascado con un solo pensamiento: ¿Será la hora exacta?, de menos había revisado unas seis veces en la última media hora el reloj atómico por internet.
Debía ser meticuloso, preciso; tenía el revólver cargado con balas…
Justo a las seis de la mañana con seis minutos y seis segundos debía llevar a cabo el ritual para el que estaba destinado desde que nací: acabar con mi vida el 06 de junio del 2006.
Con mi suicidio estaba dispuesto a entregar mi alma a las fuerzas obscuras por pura rebeldía, nada más para ver la cara de Dios y de los ángeles que tanto me hicieron sufrir en esta vida.
¿Qué esperaban?, ¿Qué me convirtiera yo en un mártir?, ¿Qué aceptara con resignación mi invalidez?, ¿Qué sonriera estúpidamente mientras siento como mi espina dorsal se parte en dos?
¡No, ni madres!, seguro estoy que soy un error de la creación, un renglón torcido, un total desastre, pero no estoy hecho para dar lástima, aún tengo dignidad, ¡Búsquense otro buey!
No podía seguir, me rebelaría a mi existencia de la manera más brutal: atentando contra mí mismo, porque sólo quien sufre dolores intensos como a diario lo sufro yo, puede no sólo pedir, sino exigir la muerte.
Seguro que en el momento en que sonara el disparo, las huestes celestiales entonces sí se fijarían en mí, ahora si lamentarían haberme dejado solo, sin un ángel guardián que me protegiera: ¡Ya les vería el rostro desencajado alguna vez!, se reprocharían por toda la eternidad no haberme registrado en el libro de la vida y dirían:
- Hemos perdido una valiosa alma que ahora nos acusa y nos mira con furia desde el mismo averno.
Por ello era importante ser muy preciso.
El reloj marcó las 06:06:00.
01, 02, 03, 04, 05, 06, ¡Clic!...
¡Perra mala suerte!, ¡La puta pistola se quedó trabada!, ¡Tan excitado estaba que olvidé quitar el seguro!, ¡Me re lleva la chingada!, ¡Ni el maldito Diablo me quiso en su reino!
¿Y ahora qué hago?, estoy atrapado entre el cielo y el infierno, ¿Debo vivir más en esta tierra de porquería?
Demonios, ¡Esta fecha no se repetirá hasta dentro de cien años!, ¡Cárgueme la mierda!...
Súbitamente una voz me despertó:
- ¡Buenos días amable radio escucha!, son las seis treinta de la mañana, un día más de labores se aproxima…
Apagué el radio despertador de un manotazo y como pude me incorporé de mi cama sentándome en el borde, un frío sudor perlaba mi cuerpo, las sábanas parecía que estaban pegadas a mí como una segunda piel, y el corazón me palpitaba a mil por hora.
Encontré mi agenda me acomodé un poco y comencé a escribir esta espantosa pesadilla.
P.D. No vuelvo a prestarle tanta atención a las noticias amarillistas sobre el fin del mundo ni al número de la bestia, pensándolo bien una fecha como esta ya se repitió en el año 1006, o peor aún en el año 6.
NaCl-U-2
Remo.
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