29 agosto 2006

La señal.

Calixto quedó extasiado…

Nunca en su vida había visto algo semejante, no imaginaba como una catedral tan grande como la de la ciudad capital sostuviera su techo sin vigas que lo soportaran.

Esa alma sencilla y llanera había sido invitada a la gran urbe para dar a conocer ante el Congreso la enorme problemática que afrontaba la etnia varogío en la Sierra Tarahumara, hablaría largo y tendido sobre su pequeña aldea... se estaban extinguiendo, ya eran muy pocos los varogíos que subsistían en las montañas.

La entrevista con los políticos se había pospuesto hasta el día siguiente, así que Calixto aprovechó el día libre para ir a darle gracias a Dios.

De rodillas, Calixto le pidió a la virgen una señal al salir del recinto como un feliz presagio de lo que el destino le deparaba en la entrevista al día siguiente.

Calixto salió del sagrado lugar y con azoro observó una bandada de blancas palomas que pasaron volando casi a ras de su sombrero, revolotearon a su alrededor y dieron una vuelta más por el atrio.

Henchido de fervor cristiano, se quitó el sombrero para agradecer al sacro ícono por la señal recibida, alzó la vista hacia el cielo y justo al abrir los brazos en cruz, la última paloma de la parvada le excretó en la frente.


NaCl-U-2


Remo.

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