15 agosto 2006

“…Olas doradas, cielo azul, el sol sobre la playa de Cancún…”

¡Ah, qué tranquilidad y paz se respira en Playa del Carmen!, nunca nada será siquiera comparable con el Caribe mexicano.

Playa del Carmen es bastante menos ruidosa que su hermano mayor, Cancún, pero si a esto le aunamos su misma blanca arena, sol a raudales y un verde azul mar que invita a soñar, el resultado nos da el lugar perfecto para descansar (lo sé, los años no pasan en balde, me estoy haciendo viejo).

De inmediato me enamoré de la ciudad y me di a la tarea de matar dos pájaros de un solo tiro: uno, estar en una playa nudista y dos, vencer por completo el miedo a estar totalmente denudo ante personas desconocidas.

Estando en la playa nudista no tardé en convencerme de que ahí en ese lugar nadie conocía mi nombre y tampoco me interesaba darlo a conocer, porque la gente era como el viento: de todos lados llegaba y a todos lados se iba. Con determinación me quité mi traje de baño y mostré mi total y absoluta desnudez.

Podría estar un siglo entero en esta quietud, escuchando sólo las olas romper contra la arena es el sitio más paradisíaco que jamás haya conocido, una playa virgen en donde cuerpos humanos desprovistos de lujuria y falsos pudores se dan cita en una estrecha franja de cuarenta metros de blanca arena; a la derecha el tibio mar y a la izquierda la selva tropical impenetrable.

Mis partes nobles al descubierto resintieron de inmediato la acción del sol del mediodía, así que recordando los sabios consejos de mi amiga Klept0, con rapidez una doble ración de crema bloqueadora me apresuré en untar sobre mis genitales.

Contrario a la creencia del vulgo, este no es un lugar para fiestas orgiásticas desenfrenadas, luego del rubor normal inicial todo se ve muy natural, fue para mí muy extraño descubrir que aún y cuando sólo tenía encima los lentes de sol, ese accesorio me brindaba la confianza necesaria como de sentirme completamente vestido, y después de unos minutos los arrojé a la toalla y salí corriendo hacia el mar, afloró en mí el estado primigenio de la humanidad.

Tuve el valor y la osadía suficiente de correr en ayuda de una chica poco ducha en el arte de instalar un quitasol que el viento arrastró varios metros, galantemente lo recogí y lo entregué a su dueña, quien no tuvo ningún inconveniente en dejarme ver de cerca sus hermosos pechos, mientras me sonreía y me daba las gracias por el favor recibido, la buena obra del día estaba hecha y así con una mente pensando siempre en positivo concluyó mi obra maestra de un perfecto bronceado.

Esta es la quinta ocasión que visito Cancún, ¡Cómo ha cambiado su faz desde mi primera visita en 1993!, hoy el bombardeo publicitario de anuncios en inglés aunado a las agresivas estrategia de venta en especial de los chilangos y su particular forma de regatear en los precios me desagrada sobremanera, con todo eso, no podía dejar de visitar la playa más hermosa de Cancún: Playa delfines, también conocida como el mirador, la cual es un pequeño espacio entre los grandes hoteles que muestra como era el poblado original, llega uno en el camión urbano y lo deja encima de una pequeña colina, desde lo alto se aprecia en todo su esplendor la magnífica belleza del mar, sus olas no son tan mansas como en Playa del Carmen o como la playa norte de Isla Mujeres, pero tampoco son tan bravas como en Tulum.

Pude constar que Vilma con todo su poder destructor no pudo borrar del mapa, este, mi sitio favorito por excelencia y acomodado en el blanco muelle que en realidad nunca llega al mar, dejé que el viento salino y el sol evaporaran mis malos humores, si es que los hubiera tenido a lo largo de este maravilloso viaje.


Tulum.

Lugar de mercaderes, las únicas ruinas arqueológicas mayas ubicadas en la orilla del mar… Los domingos la entrada es gratuita, no era forma de desaprovechar la ocasión, después del recorrido por la zona, me tomé unos minutos para observar detenidamente la esquina de un templo, la cara buena y mala de Itzamná, esculpida y en pie desde antes de que los españoles llegaran a América me dio su bienvenida y en silencio me invitó a adentrarme en sus murallas.

Aún subsisten los frescos en el templo, su entrada está prohibida a los visitantes, así que con furia asusté a tres extranjeros que intentaron escalar el monumento (lo siento, pero si no respetan la zona acordonada, ni las indicaciones de los guías autorizados iban a conocer un mexicano defensor a ultranza de nuestros tesoros), llevaban ya unos metros caminados cuando les grité con fuerza:

- ¡Hey, you!

Voltearon a verme y con mi dedo índice les dije no. Hubiera preferido hacerles la seña con el dedo medio, pero aún enojado conservo las formas, uno de ellos agachó la cabeza, supongo que con vergüenza y se salieron de ahí, no es la primera vez que me porto así, durante el año 2001 visitaba el templo interior de Chichén Itzá, ahí existe un trono en forma de jaguar de verde jade, por obvias razones está prohibido tomar fotografías con flash, unas chicas portuguesas se pasaron por alto la indicación, así que puse mi cara más perruna y les grité a todo pulmón:

- ¡No flash!

Ellas ruborizadas emprendieron la graciosa huida.

La cercanía de Cancún con Tulum, Chichén Itzá, Cozumel, Cobá, Xcaret, Chetumal e Isla Mujeres hace inevitable no visitar esos magníficos lugares.


Chichén Itzá.

He dedicado en esta página el cuento titulado “Suku´un” a la magia que me produjo escalar el castillo de Chichén, ahí parado frente a la escalinata que desciende hasta el sagrado Cenote uno puede apreciar el verde mar que forman las copas de los árboles y se extienden hasta donde la vista alcanza, inundando la zona del Mayab, ¿Quién que haya estado ahí no se siente un príncipe maya con plumas de quetzal en la frente en medio del apogeo de la gloria de los itzáes?

De pie en medio del descomunal juego de pelota los hombres se sienten nada, y frente a la estatua del eterno guardián chac mool es cuando mayormente me siento orgulloso de la sangre que en mi fluye.


Cobá.

La pirámide más alta del alto petén se encuentra en Cobá, lamentablemente su estado derruido me impidió escalarla, pero no escaparon a mi lente sus todavía legibles estelas, las cuales abundan en detalles de tal o cual personaje importante.


Cozumel.

Sus aguas cristalinas y el segundo arrecife coralino más grande del mundo bordean esta hermosa isla la cual desprovista de tiburones es el sitio por excelencia para practicar el deporte del buceo.


Xcaret.

El paraíso en la tierra, así nada más. Ese sagrado lugar, no me dejará nunca de terminar de alabarlo, la pequeña caleta encierra ruinas mayas, una capilla católica, un mariposario, un acuario, una isla con monos, otra con jaguares y panteras, aunque nadar entre delfines o por los ríos subterráneos es una experiencia única, lamentablemente el costo de la entrada lo vuelve inaccesible para muchos turistas nacionales, pero créanme bien vale su precio y querrán volver en el futuro.


Isla Mujeres.

Siempre he dicho que cuando sea viejo construiré mi casa de invierno en la playa sur de Isla Mujeres, es ahí donde espero pasar el otoño de mi vida, alejado del ruido y en completa comunión con la naturaleza.


Chetumal.

La estrella sur de la ruta maya, una ciudad tranquila, moderna, y con sobre todo alejada de la violencia, no puede uno dejar de asombrarse al conocer un trazado tan moderno, es cerca de aquí donde se dio el primer mestizaje de la América continental.

Los días se sucedieron sin apenas sentirlo y como suele pasar cuando uno la está pasando de lo mejor, de pronto la fecha de partida estaba próxima, en medio de los episodios de la playa nudista, los paseos por los muelles y las noches de discoteca, era tiempo de dejar la riviera maya y emprender el viaje hacia el norte; Villahermosa, Tabasco me esperaba con los brazos abiertos.

La noche de mi partida, mi estimado amigo Leonardo me organizó una despedida con camarones y cervezas (poco faltó para no abordar a tiempo el autobús).

¡Caray!, y después se preguntan porqué es que quiero tanto a mis amigos y añoro con fuerza volver siempre a Quintana Roo.


NaCl-U-2


Remo.

1 Comentarios:

Blogger Matías dijo...

Tuve la oportunidad de alojarme en un Hotel en Playa del Carmen durante mis días en Riviera Maya y la verdad que la pasamos de maravilla con mi familia, espero poder volver a la zona a gozar de las hermosas playas que ofrece . Saludos!

6:12 a.m.  

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