Un momento de ira.

(Un cuento infernal).

- ¿Cuál es su nombre?

- Roberto Montes Tarín.

- ¿Cuánto tiempo lleva aquí en la comandancia?

- Una hora.

Sólo entonces Roberto comenzó a recordar lo ocurrido esa mañana:

- - - - -

Esa mañana el gerente general de la empresa, le había dicho que estaría ausente toda la mañana:

- Roberto, voy a estar ausente hasta las 2:00 de la tarde, necesito que te hagas cargo de la empresa por si algo se llega a necesitar.

- De acuerdo Marcos, ya sabes que cuentas conmigo.

- Muy bien, cualquier cosa importante me hablas al celular, pero sólo si es algo extraordinario porque voy a estar muy ocupado.

- - - - -

¡Ring!, ¡Ring!

- Bueno.

- Sólo hablo para decirle que en este momento su esposa le está siendo infiel en su misma cama…

- ¿Bueno?, ¡Bueno!, ¿¡Bueno!?

Sólo el sonido de un teléfono colgado era lo que Roberto escuchaba. Colgó de un golpe el teléfono, y sintió que la sangre le inundaba las ideas.

- ¡Hija de la chingada!, ¡Te voy a matar!

Por un instante tan solo intentó respirar muy profundo, y concentrarse en la orden de trabajo que había recibido de Marcos, pero las dudas lo comenzaron a asaltar con una constancia galopante, no pasaba un segundo sin que dejara de angustiarse... Habían pasado 15 segundos exactos desde la fatídica llamada y llegó el momento en que ya no pudo más, aunque su inteligencia le decía que debía permanecer en la empresa, sus emociones le ganaron, y mandó el trabajo al diablo.

Cegado por la ira salió de su oficina con un portazo, se subió a su carro y se fue de la empresa.

Mientras manejaba a gran velocidad, por su cerebro pasaron las imágenes cuando Lorena le juró frente a un altar fidelidad eterna.

Copiosas lágrimas de furia nublaban su vista, de pronto escucho un extraño sonido:

¡¡Zas!!, ¡Zas!

Sintió que su auto brincaba un tope, pero no le dio importancia; siguió manejando hasta llegar a su casa.

Frente a su casa se encontraba estacionado un automóvil blanco, con el logotipo de la empresa en la que él mismo trabajaba y que estaba asignado a Marcos, su amigo, el gerente general.

Con un rápido movimiento encimó su vehículo para evitar que el otro carro pudiera escapar, bajó de su coche de un salto por la puerta del copiloto y con agilidad sobre humana, se dirigió a la puerta principal de su casa.

Abrió la puerta con mucho sigilo y subió los peldaños de la escalera que daba a la puerta de su recámara, no sin antes tomar un bat que estaba en el pasillo. Lo que vio dentro de la habitación lo embruteció aún más.

Entre penumbras, su Lorena desnuda con el liguero rojo que le había regalado hace una semana, se encontraba recostada sobre la cama mientras su amante alegremente le lamía los pezones, el aroma de sexo recién concluido inundaba la recámara.

- ¡Hija de la chingada!,¡Puta de mierda!, ¡¡Te voy a matar!!

Loco de rabia, le asestó un batazo en la nuca al hombre desnudo y como una fiera tomó a Lorena por el cuello, a medida que apretaba más y más aquella suave piel. Mientras lo hacía, algo en su cerebro le decía que aquella no era la mujer que él amaba, no… aquella era una mujerzuela recogida de la calle, una puta barata.. la mujer sólo alcanzaba a decir:

- ¡¡No, por favor!!, ¡No!... no… agh…

Aquella voz al tiempo que familiar, le sonaba distante, desconocida, pero ello no impidió que continuara apretando aquel grácil cuello, hasta que escuchó el sonido de unos huesos quebrándose, fue sólo entonces que soltó aquel cuerpo inerte.

- ¿Qué pasa?, ¿¿Qué haces aquí??, ¿¿¿Qué hiciste???, - se oyó una voz a sus espaldas.

Dio media vuelta y vio a Lorena en la puerta. ¡No podía ser!, ¿Qué demonios era aquello?

- ¡Tú!... ¡Pero estás muerta!, - lentamente volteó a la cama donde ahora con claridad podía percibir un cuerpo lívido y una cara conocida, era Laura, la mejor amiga de Lorena.

Lorena salió corriendo de la recámara, al tiempo que gritaba:

- ¡Asesino, los mataste!

Roberto no sabía que hacer ni que decir, quedó inmóvil observando los cuerpos de Marcos y Laura, por un instante recobró su sentido y pensó en huir lejos, a donde fuera, no importaba.

Apenas comenzaba a bajar por las escaleras y ya una patrulla de la policía se estacionaba violentamente derribando la cerca de madera de su casa. Lorena había tenido tiempo de salir de la casa y había llamado a los uniformados que custodiaban la caseta de entrada de aquella villa residencial.

Los policías sometieron fácilmente a Roberto quien apenas si dio muestras de resistencia, nuevamente estaba ido, no sabía que ocurría y a todo automáticamente contestaba que sí.

- - - - -

La había cagado en toda la extensión de la palabra, presa de lo celos había asesinado a su jefe Marcos, a la mejor amiga de su esposa: Laura (quien ocultaba en la casa de Lorena su adulterio) y a un minusválido que atravesaba un cruce peatonal en su silla de ruedas, cuando Roberto loco de ira manejaba hacia su casa.


NaCl-U-2


Remo.